La poesía es un modo de conocimiento, pero la mayor parte de la poesía nos dice lo que ya sabemos.
Hay tres clases de poetas: los que escriben sin pensar, los que piensan mientras escriben y los que piensan antes de escribir.
La mayoría de los poetas no comprenden sus propias metáforas.
La mejor recomendación que pueden tener el vino, el tabaco, el sexo y el lenguaje vulgar es que todas las presuntas mayorías están en contra de ellos.
Había besado tantos culos que su cerebro era un gran mojón.
Los poetas a quienes vale la pena leer suelen tener creencias que su época no comparte. Los poetas son siempre seres anacrónicos, obsoletos, anticuados y permamentemente contemporáneos.
Charles Simic. El monstruo ama su laberinto. Vaso Roto Ediciones, 2015. Traducción de Jordi Doce. Epílogo de Seamus Heaney,