Existen y han existido multitud de teorías del apocalipsis. Desde el Efecto Júpiter de John Gribbin y Stephen Plagemann hasta las famosas Profecías de francés Michel de Notre-Dame, pasando por el categórico Efecto 2000 y el Apocalipsis Maya de 2012. Pero ninguna de ellas ha tenido tanta razón como Las Buenas y Acertadas profecías de Agnes la Chalada, que no vendió ni una sola copia precisamente por que daba miedo lo precisas que eran. El fin del mundo tendría lugar un sábado, justo después de la hora de la cena. Todo comienza 11 años atrás, cuando el Inframundo le encarga al demonio Crowley que cambie al Anticristo, que acaba de nacer, por otro bebe de la clínica. Las cosas, obviamente, no salen como esperaban, aunque él no se da cuenta en el momento. Y así comienza a ejecutarse el Plan Divino.
Durante 11 años, tanto el demonio Crowley como su amigo el ángel Azirafel están pendientes de Warlock, el denominado Anticristo que comenzará el fin del mundo. En su onceavo cumpleaños, el Infierno manda al supuesto Anticristo un perro maléfico como mascota. Ángel y demonio dan cuenta de su error cuando este no llega: Warlock no es el Anticristo. Los símbolos del predicho Armagedón comienzan a darse uno tras otro, mientras ángel y demonio emprenden la particular búsqueda del bebe perdido. Ángeles de Apocalipsis, aliens, tibetanos, brujas, viudas vúdus y temibles demonios se dan cita en una serie de entuertos y desventuras de lo más simpáticas. Terry Pratchett y Neil Gaiman reimaginan un apocalipsis lo mas alocado, rocambolesco e hilarante que te puedas imaginar. Solo estos dos genios de las letras son capaces de algo así.
La novela avanza a toda mecha, en forma de pequeñas historias y relatos. Se vuelve caótica y se va por las ramas a partir del primer centenar de páginas. Introduce e introduce personajes y tramas sin parar hasta un clímax final que trata de encauzar todo. Unas enganchan, otras son simplemente simpáticas, y algunas ni si quiera importan. Varias escenas son para enmarcar, otras nos hacen reír a carcajada limpia, algunas no tienen ni siquiera sentido y otras sobran absolutamente en la historia. Es por tanto Buenos Presagios una novela de lo más irregular, pero no por ello menos disfrutable. Tiene suficiente ritmo y agilidad para llevarte de una trama a otra sin aburrirte, siempre con sus toques de humor absurdo e irreverente marca de la casa.
Debajo del recubrimiento ligero de chistes y gracietas se esconde una capa de verdades como puños sobre la humanidad. Una crítica para nada ligera a nuestras costumbres, valores morales y a los grandes males que asolan nuestra sociedad hoy en día, encarnados en 4 jinetes del apocalipsis (Muerte, Hambre, Polución y Guerra). Buenos Presagios no deja en ningún momento de ser una lectura entretenida, de esas que te dejan un poso agradable y una pequeña sonrisa en la cara. Aunque no todos los chistes tengan gracia, aunque no seamos capaces de pillar todas las referencias, siempre tiene una chispa, una frase y un momento que consiguen esa sensación de bienestar para el lector. Y eso, con las grandes penurias que asolan al ser humano hoy en día, ya es algo.
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