Buesa, al centro de la foto, en un estudio de la emisora CMQ, junto al actor Eduardo Egea y la actriz Marta Jiménez Oropesa, en agosto de 1948 (revista Bohemia)
GUANTÁNAMO, Cuba – Hay poetas que pasan a la posteridad por un verso, otros por un poema. Algunos pocos, por un poemario.
Ese hecho provoca varios cuestionamientos, entre ellos: ¿Qué es lo que hace que un poeta perdure en el pueblo? ¿Por qué algunos de los más aupados por la crítica no se recuerdan y sin embargo se recitan los versos de otros condenados al silencio oficialista? Así son los misterios de la creación y los sorprendentes cauces de sus resonancias.
José Ángel Buesa, de quien este 2 de septiembre se conmemora el 105 aniversario de su natalicio, es un ejemplo.
Buesa, uno de los poetas cubanos más populares de todos los tiempos, nació en Cruces, antigua provincia de Las Villas, en 1910. Desde temprana edad se trasladó a Cienfuegos donde estudió en el Colegio Champagnat de los Hermanos Maristas.
Su primer libro de poemas, La fuga de las horas, lo publicó a los 22 años. A partir de entonces no dejaría de publicar poesía aunque también ejerció el periodismo y escribió obras de teatro y novelas radiales. Su éxito poético se extendió por toda Hispanoamérica, al extremo de que fue el único intelectual cubano de su época que vivió de la creación literaria.
Oasis (1943), fue su libro más exitoso, reeditado más de veinte veces. Según afirma el crítico cubano Virgilio López Lemus en el prólogo a una compilación de la obra poética de Buesa, hecha por él y publicada por Letras Cubanas en el 2011, con el título Nadie sabe por qué…, su Poema del renunciamiento ha transitado tanto espacio como los famosos Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda.
Atacado ferozmente por la crítica y la intelectualidad revolucionaria salió de Cuba en 1961. Desde entonces su obra fue silenciada aquí por más de cuarenta y cinco años hasta que Carilda Oliver Labra hizo una selección de sus poemas y logró publicarla en la primera década de este siglo. La venta del libro fue un suceso editorial en un país cada vez más sometido al impacto de la vulgaridad y donde casi no se lee poesía. Luego Virgilio López Lemus hizo la mencionada compilación y también se agotó de inmediato, una clara advertencia para quienes escriben poesía como un ejercicio cerebral para la incomunicación.
Una vida intensamente vinculada con el pueblo
El contacto diario con una radio audiencia inmensa y su temperamento, calificado como muy emotivo, provocaban que Buesa transmitiera gran sinceridad y alcanzara una comunicación inmediata con el pueblo, el cual se apropiaba de sus versos.
Fue uno de los exponentes más altos del movimiento neorromántico cubano, surgido antes que el chileno y más prolongado en el tiempo. Al mismo pertenecieron Hilarión Cabrisas, Guillermo de Montagú, Gustavo Sánchez Galarraga y Carilda Oliver Labra.
Cuando sale de Cuba, Buesa ya era un poeta de fama internacional. Sus poemas se recitaban en emisoras de radio y televisión y le rendían pingües dividendos. Se afirma que ha sido el único poeta de habla hispana que se hizo millonario con su obra.
Peregrinó por España, Islas Canarias, El Salvador y Santo Domingo, donde falleció el 14 de agosto de 1982. El desarraigo que sufrió quedó plasmado en el poema dedicado a su madre. Sus restos descansan en la ciudad de Miami.
A pesar de las críticas despectivas y los ataques furibundos
Es significativo que en el tomo I del Diccionario de la Literatura Cubana, publicado por el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba en 1980, a Buesa se le haya dedicado un brevísimo espacio que redujo su obra a tres libros de poemas cuando al salir de Cuba ya había publicado 18 poemarios, entre ellos La fuga de las horas (1932 y 1933), Oasis (1943), Nuevo Oasis (1949), Doble Antología (1952) y Poeta enamorado (1955-1960).
A pesar de haber sido tratado despectivamente por una gran parte de la intelectualidad castrista, sus poemas han sido traducidos al inglés, al ruso, portugués, polaco, japonés y chino. Más trascedente aún es que, sobrepasando el muro de silencio levantado alrededor de su vida y obra, sus poemas todavía son recitados en los espacios más íntimos y públicos.
Más allá de esos dardos críticos, hay muchos poemas de Buesa que son dignos de cualquier antología poética. Al respecto Virgilio López Lemus afirmó en el prólogo mencionado lo siguiente: “Cuando se le acusó de cursi y se llegó a decir que no pasaba de versificador fácil, se cometían, más que errores, injusticias, porque Buesa representaba en su poesía la sensibilidad de un sector de la población cubana, sus modos de aprehender y expresar el amor, de ser sentimental, de manifestar elementos emotivos de su identidad”.
Permanecer en la memoria colectiva es el mayor premio que puede recibir un poeta. La historia de la literatura está llena de poetas y escritores que a pesar de recibir altos reconocimientos, incluso hasta el premio Nobel, han sido sepultados por el olvido. No es el caso de Buesa, ¿será porque los rasgos esenciales del amor permanecen incólumes en su poesía?
Via:: Cubanet