Y se va a atragantar conmigo".
En gran parte de las entradas de este blog hablo de obras de la cultura popular y su relevancia en cuestiones de política de género, sexualidad... Sin embargo, en esta ocasión ocurre que lo popular y lo social se juntan de una manera especial con lo personal, porque Buffy, además de haber marcado una época y haber influido muchísimo en la sociedad y la televisión que vendría después, es concretamente mi serie favorita.
El paso del tiempo ha sido inclemente con sus efectos especiales, sus monstruos de gomaespuma y sus escenarios de cartón piedra, pero la realidad es que si sabes ver más allá de todo ello (o si eres capaz de verlo con un cierto aprecio a lo que se puede hacer con un presupuesto reducido y un montón de cariño y amor al arte), te darás cuenta de que Buffy es mucho más que eso. En las listas de mejores series de la historia seguramente no la vareás aparecer, y si lo hace será en los puestos más bajos, casi como pididiendo perdón, mientras los primeros puestos estarán indefectiblemente copados por abogados, mafiosos, químicos, etc. Sin negar la calidad de esas series, voy a hacer de abogado del diablo y preguntarme hasta qué punto no es un tanto facilón poner estos temas "oscuros" y "adultos" en lo más alto, y qué grado de influencia real tienen en el mundo y la cultura popular más allá de salir en muchas camisetas con memes graciosos.
Mientras, Buffy, la adolescente rubia de la serie, no sólo mataba a vampiros y otros demonios, sino que a nivel metalinguístico, su serie también derribaba a monstruos televisivos (¿momias?) y creaba nuevos iconos y espacios para la mujer en la cultura popular. Buffy the Vampire Slayer, ahí donde la tienes, fue la primera serie en tener entre sus personajes principales (el segundo en importancia después de la propia Buffy, concretamente) a una lesbiana que no sólo lo era a nivel "teórico", sino que efectivamente tenía novias con las que se besaba en pantalla, y hasta le hacían cunnilingus camuflados en canciones. Por otra parte, para una serie centrada en la acción y el terror, la serie ponía en el centro y a los lados, a toda una serie de mujeres que jugaban un papel mucho más definitivo que la novia de, la mujer de, la hija de. El otro día veía un episodio de Dragon Ball Super, la nueva temporada de la clásica franquicia, y me quedaba asombrado al ver cómo la mayoría de los personajes femeninos de la serie se limitan a orbitar en torno a sus maridos... Pero no me voy a meter en ese jardín porque esto casi merece una entrada aparte. En Buffy, las mujeres obviamente tienen relaciones sentimentales o familiares con otros personajes masculinos, pero no es eso lo que las define ni la única cosa que marca sus vidas. Por otra parte, no son una simple colección de Barbies intercambiables, sino que cada una de ellas tiene una marcada personalidad propia, y ninguna de estas formas de ser es jamás señalada como "poco femenina", algo que haya que " corregir".
Así, Buffy parece encarnar el cliché de la animadora rubia descerebrada, bastante inepta académicamente... Pero resulta que además de eso tiene una enorme inteligencia estratégica y creatividad a la hora de enfrentarse a amenazas que a menudo la superan en número o fuerza física, y aunque ha sufrido grandes pérdidas en su vida y se enfrenta a menudo a situaciones espantosas, conserva rasgos tradicionalmente "femeninos", como su interés por la moda y el romanticismo. Lo importante es que la serie jamás la ridiculiza por ello, ni insinúa que debe dejar esas cosas de lado para ser "fuerte", como ocurre tantas veces en la ficción.
Luego tenemos a Willow, su mejor amiga, una muchacha (al principio) muy tímida e insegura, con aficiones tradicionalmente "de friki" como la lectura, la informática... Con el paso del tiempo Willow llegaría a ser la bruja más poderosa de la tierra, más fuerte, excepto a nivel físico, que la propia Buffy, descubriría su verdadera sexualidad, y dejaría atrás todos sus complejos. Pero eso sin dejar nunca de ser una friki, porque de nuevo, la serie jamás insinuaba que eso la hacía "poco femenina".
Y qué decir de Cordelia, uno de mis personajes favoritos y seguramente el que más evolucionó a lo largo de sus tres temporadas en Buffy y casi cinco en Angel, el spin off de la serie. Al principio de la serie Cordelia representaba al "mal" en su versión escolar: la reina de la popularidad y acosadora oficial de la clase, insultando y degradando a todo aquel que considerara inferior en la jerarquía social. Sin embargo, a través de su contacto con Buffy y los Scoobies, Cordelia fue desarrollando el increíble potencial que tenía. Aunque evidentemente su retrato inicial es bastante crítico, la serie tiene entre sus aciertos el que Cordelia nunca se transforma en una pobrecita que renuncia a su sex appeal y a su descaro como forma de redención o castigo para mostrar que "se ha vuelto buena", sino que simplemente recanaliza esa lengua viperina y esa fuerza de carácter que necesitaba para ser la "hembra alfa" de la clase y los convierte en instrumentos para hacer el bien. Cordelia llegaría a mostrar la capacidad de ser empática, pero la serie nunca la "castra" ni la castiga por ser excesivamente fuerte e independiente, como hemos visto en tantas ocasiones. Un detalle inolvidable de su personalidad se muestra en el capítulo "Earshot" ("El alcance del oído", en España), en el que Buffy adquiere temporalmente la capacidad de leer los pensamientos, y descubre cómo la gente está constantemente mintiendo por miedo a desagradar... excepto Cordelia, que siempre dice exactamente lo que piensa.
Podría hablar durante párrafos y párrafos de la serie, sobre cada uno de sus personajes, sobre cómo la serie contrasta con algo como Crepúsculo partiendo de una historia similar en el rol que otorga a la protagonista, cómo muestra el amor como un motor de nuestras vidas pero ni remotamente la única cosa por la que vale la pena vivir, la importancia de los lazos de amistad sin caer en esas estúpidas tramas de rivalidades amorosas en las que tantas series "femeninas" caen, sobre ese final que no deja de ser una gran metáfora sobre el empoderamiento y el sufragio universal (Buffy deja de ser "la elegida" y comparte el poder de ser La Cazadora con cientos de mujeres de todo el mundo). Podría hablar de obras maestras como los episodios "Hush", que prescinde de diálogos durante el 90% de su duración, sobre el inolvidable episodio musical "Once More With Feeling", sobre "The Body", que trató la muerte con infinitamente más realismo que cientos de series supuestamente basadas en el mundo real. Sobre la relación de Buffy y Ángel, cómo la primera vez a menudo va seguida de una gran decepción, y cómo a veces el mayor acto de amor es cortar una relación. O la de Buffy y Spike, y cómo deconstruye y derriba horribles clichés románticos sobre el "romanticismo" de la posesividad o la violencia de género y el abuso como supuestas manifestacioes de amor. Sí, te estoy mirando a ti, "50 sombras de Grey". Podría escribir un montón de cosas, porque no en vano hay todo un submundo de libros, estudios, tesis y cursos universitarios sobre la serie, de los cuales hay un enorme listado en este artículo de Wikipedia.
Pero no quiero aburrir, así que lo dejo aquí. Han pasado veinte años desde la primera vez que Buffy mató a un vampiro, pero desde luego el pueblo sigue necesitando a su cazadora. Así que ya sabéis, como dijo la propia Sarah Michelle Gellar en su tuit conmemorativo...
"Si llega el Apocalipsis, dame un toque".