BUNDT CAKE INTEGRAL DE MANZANA [Registro telemático]

Por Anamelm

He completado un registro telemático de documentos a través del portal de la Vivienda de la Comunidad de Madrid. Me merezco subirme a un podium, coronarme con laureles, dedicarme una medalla, hacerme una foto y arrearme un gintonic. Bueno, o tres.

Lo he conseguido.

He sentido en mis carnes la frustración a un nivel de intensidad tal, que darme de golpes contra una pared hasta ver trocitos de cráneo desperdigados a mi alrededor, me estaba pareciendo un buen plan al lado de tramitar una solicitud en el Ivima.

Una semana. U-NA SE-MA-NA de mi tiempo invertida en un trámite telemático. Pedir un día libre en el trabajo, hacerlo en ventanilla y después viajar a Lisboa para comer bacalao a bràs, y volver por la noche, era más rápido. Sobornar a un funcionario, más barato. Pero no. Elegí hacerlo yo. Y por internet, con un par.

Esta loable ocupación me ha mantenido en un nivel de tensión con el que me podría haber conectado a una central eléctrica para pasarle unos cuantos voltios de potencia. De hecho si pudiera haber conectado mi mala hostia al horno, habría aprovechado para hacer muffins.

Todo empezó cuando necesité tramitar un documento en dicho organismo. El organismo, abre al público de lunes a viernes de nueve a dos, un horario super flexible al que cualquiera puede adaptarse. Porque además tiene un par de sedes para todo Madrid. De modo que visto que puede hacerse de forma telemática, allá que voy.

La primera, en la frente. Necesito un certificado digital o el DNI electrónico. Voy a por lo primero. La comunidad de Madrid me atiza en la cara un .pdf de varias páginas con una ristra de legislación más densa que el Amazonas antes del descubrimiento, y desisto de entender en esa maraña de cuerpo legislativo qué demonios es un certificado y donde me lo dan.

Me quedo con el dni electrónico, más sencillo. O no. Porque el DNI-e es esa cosa que me dieron en comisaría con mi careto ahí estampado, y con un papelito de claves que guardaba celosamente en la libreta de teléfonos [una cosa de antes de los móviles listos], para no perderlo.

Compro lector de DNI. Inserto DNI. Introduzco claves [tras dos llamadas al servicio de atención al ciudadano para que alguien me explique donde y como] y me pide un certificado. ¿Ein? ¿Esto del DNI-e no era para no necesitar certificado? Pues no. El DNI-e funciona como firma digital siempre y cuando actives los códigos.

Me rindo. Mañana sigo. Nueva llamada al servicio de desatención al ciudadano. Me doy un paseo a comisaría, localizo una máquina cuya misión es activar unos códigos en mi DNI-e que ya no me parece ni tan flamante, ni tan moderno. Establezco una charla animada con el usuario de la máquina contigua, me cuenta que lleva 5 días para una gestión sencilla, y nos damos ánimo mutuamente.

Tras 20 minutos de mi tiempo y unos 45 intentos de que la máquina activadora de códigos me lea de una puñetera vez las huellas dactilares [nota mental: huellas borrosas, banco, plan, coche para huir] salgo de comisaría desquiciada, pero con códigos.

Llego a casa. Inserto mi DNI-e con códigos activados en el lector, inicio el proceso... y me pide otra vez el maldito certificado. Bien. He instalado el software del lector, el programa del DNI y la firma digital. Llamo al servicio de desestabilización del ciudano. Parece ser que mi sistema no cumple los requisitos técnicos.

Es decir, que la administración se ha gastado un pico de mis impuestos en desarollar un sistema que sólo funciona en los ordenadores de la administración. Estupendo. Reviso todos los códigos de error de mi sistema. Me instalo por este orden una versión más nueva de Acrobat [que actualicé hace un mes], otra de Flash, otra más de JavaScript y trato de convencer a mi navegador de que autorice el applet de la firma digital, poniendome para ello de rodillas y suplicando a la pantalla. Me dice que no y que me instale el Service Pack 1 de mi Windows, que también lo necesito.

Cambio de navegador a otro menos intransigente con el applet de la firma digital y cuando por fin accedo al sistema, esto me sirve para descubrir que:

a) Todos los formularios que previamente había rellenado, se han guardado en blanco.

b) Todos los archivos escaneados, son grandes y tengo que achucharlos digitalmente.

Dos horas más tarde, formularios rellenos de nuevo y guardados con datos bajo amenaza de tirar el ordenador por la ventana si no me obedece, y los archivos ajustados y todavía legibles, envío toda la documentación y el sistema la acepta, no sin antes probar mi paciencia haciendo que diga a un mismo cuadro de diálogo 14 veces consecutivas.

Ya.

Si la administración osa escribirme para pedirme cualquier papel o decirme la más mínima soplagaitada sobre mi presentación telemática... nos veremos en las noticias.

Mientras tanto, voy a homenajearme, que me lo he ganado.

Manzana reineta, 2 uds [200 g]

Azúcar moreno, 1 cucharada

Harina integral de trigo, 240 g

Bicarbonato, 1 cucharadita

Azúcar, 200 g [he usado 100 g de fructosa]

Ron, 2 cucharadas [opcional]

*Esta receta es apta para intolerantes a la lactosa. La mantequilla tiene una cantidad de lactosa residual y casi todos podemos tomarla, si no es tu caso, hay mantequillas sin lactosa en el mercado. El yogur natural hecho en casa [sin leche en polvo añadida] también tiene niveles de lactosa irrisorios, pero si no tienes, usa un yogur sin lactosa o uno de soja. MODUS OPERANDI Para el relleno

Yogur natural casero*, 190 g

Para la masa

Picamos la manzana en daditos menudos, sin mucho método, que queden pequeños nos vale. La ponemos en una olla con el azúcar y la canela, y lo dejamos cocer unos 20 minutos a fuego medio, hasta que la manzana esté blandita y se espachurre fácilmente con un tenedor. Reservamos.

En un bol tamizamos la harina e incorporamos la levadura, la sal y el bicarbonato. Reservamos.

En otro bol mezclamos el yogur y la leche de avena, batiendo bien con unas varillas para que no haya grumos, y reservamos.

Por último, en un último bol [sí, esto va de manchar mucho] ponemos la mantequilla previamente atemperada [o cortada en daditos y con unos segundos de micro] y el azúcar y con una batidora de varillas eléctrica lo batimos hasta tener una mezcla ligeramente blanquecina y con volumen. Si no tenemos varillas eléctricas se puede hacer a mano, pero no esponjará tanto.

Una vez tengamos la mantequilla montada con el azúcar, añadimos los huevos y los integramos de uno en uno, es decir, añadimos el primero, lo integramos batiendo medio minuto o un poco más, añadimos el siguiente, y repetimos la operación hasta terminarlos. Cuando estén todos, incorporamos la vainilla, y la integramos también.

Ahora tenemos tres boles esperando: bol de ingredientes secos, bol de yogur y leche, bol de mantequilla, azúcar y huevos.

En este último, incorporamos un tercio de la mezcla seca, y con una espátula y movimientos envolventes, lo integramos. Añadimos la mitad de la mezcla de líquidos y hacemos lo mismo. Seguimos con otro tercio de harina, mezclamos, después la mitad restante del líquido y acabamos con el último tercio de harina, mezclando bien tras cada adición con movimientos siempre suaves, para que no se baje la mezcla. En la última incorporación de líquido añadimos el ron, si lo vamos a usar.

Ya tenemos la mezcla terminada, ahora tenemos que llenar el molde.

En el molde previamente aceitado y enharinado hasta el último rincón [pintalo de aceite o mantequilla moviendo una brocha desde la base hasta el borde, en vertical. Parece una tontería, pero desmoldan mejor] ponemos un tercio de la mezcla, y sobre ella esparcimos la mitad de compota de manzana con cuidado de que la fruta no toque el borde del molde [se pega como demonio]. Ponemos otro tercdio de masa, la otra mitad de la fruta con el mismo cuidado que hemos puesto antes en no poner la fruta en contacto con el molde, y finalmente el último tercio de la masa.

Y lo horneamos.

Para hornear un bundt hay que precalentar el horno al máximo, y colocar una rejilla a una altura que permita que el bundt quede a mitad de horno [es decir, en una posición más baja que el centro, o dos, según sea tu horno].

Lo encendemos con función de aire, si tiene. Cuando esté caliente, metemos el bundt siempre sobre una rejilla [jamás sobre una bandeja, necesitamos que el aire circule por el agujero interior del molde para que se eueza bien] y lo horneamos a 180 ºC entre 40 y 50 minutos. Lo pincharemos para saber cuando está.

Una vez cocido, sacamos el bundt del horno y lo dejamos quieto. Sacamos la rejilla, salvo que tengamos otra rejilla de enfriado, y la colocamos sobre unos paños o en la vitro. Ponemos el bundt sobre la rejilla y no hacemos absolutamente nada más durante 10 minutos.

Pasado este tiempo, lo desmoldamos. Si lo sacamos antes, el vapor que se ha formado dentro del bundt estará circulando, y romperá nuestro precioso bizcocho. Si lo sacamos más tarde, estará frío y se pegará. Yo siempre pongo un temporizador y dejo pasar 10 minutos justos [12 en verano, tal vez 8 en invierno].