Director: Enki Bilal
Enki Bilal es un gran guionista y dibujante de cómics nacido en la antigua Yugoslavia pero que se mudó a París a los nueve años, teniendo ahora la nacionalidad francesa. Enki Bilal es un auténtico y portentoso artista, autor total de La trilogía de Nikopol, La tetralogía del Monstruo y La trilogía del Arrebato (Animal'z; Julia & Roem; El color del aire), ésta última, una verdadera obra de arte entre obras de arte, siendo mi absoluta favorita de toda su magnánima obra. Con Pierre Christin también tiene excelentes cómics, como la trilogía que conforman El crucero de los olvidados, Navío de piedra y La ciudad que no existía, o también Las falanges del orden negro y, mi favorito de este dúo de autores, Partida de Caza. Entre medio de su obra comiquera, Bilal hizo tres películas, y "Bunker Palace Hotel" (co-escrita con Christin) es la primera de ellas. Bilal es un autor dotado de una poderosa y evocadora sensibilidad artística y humana, la cual queda grabada a fuego en cada página de cada obra suya, por lo tanto, esperar la misma calidad en sus películas era inevitable, ¿no? Estos son fotogramas que perduran, sus películas viven en la memoria.
En un lejano futuro semi-apocalíptico gobernado por los fascistas de turno, la guerra ha estallado, y quienes quieren continuar con el represor sistema se defienden con uñas y dientes de los rebeldes. Un grupo de políticos y miembros de la élite se reúnen en un palacio que es un refugio y que funciona como un hotel para los poderosos, que, encerrados y aislados, temerán cada vez más por sus vidas cuando las cosas no salgan como lo planeado.
La humanidad en crisis; la naturaleza en crisis. La humanidad como única culpable de los males propios y ajenos. El mundo es ahora un lugar tóxico, prácticamente cada rincón de la ciudad está contaminado de alguna forma, y la guerra se deja oír en cada uno de los disparos y las explosiones que acompañan el movimiento de los personajes, pero también en la manera en que éstos rehuyen del pasado, de sus actos, de lo que son. La sociedad también está intoxicada, dividida y enfrentada de manera tal que la única salida es, aparentemente, la guerra que se está librando. "Bunker Palace Hotel" es una metáfora, es la manera en que Bilal expresa sus miedos y en cierta forma sus sueños, la manera en que se relaciona con su propia memoria y su propia identidad, la manera en que examina la historia reciente del mundo, particularmente de europa. Con una mirada tan melancólica como nihilista, Bilal expresa en cada fotograma una cierta nostalgia por tiempos que de alguna forma no han existido, por tiempos en donde hay paz y en donde los países y las personas dejan de dividirse, destruirse y borrarse de la historia y del mapa, en donde borrar fronteras significa tender manos y abrazos y no invadir dejando un reguero de sangre y cadáveres o un sistema opresor. Desde luego, también es una certera y ácida crítica a los fascistas y a la élite política, seres que se perpetúan de manera endogámica en el poder, aislados del mundo y condenados a convertir al resto en fantasmas, espejismos de épocas olvidadas. ¿Qué significa, después de todo, ser yugoslavo? Para Bilal, que vivió casi toda su infancia en Belgrado, debe ser una interrogante crucial en tantos sentidos, ¿cómo no para el resto? Igual acá me estoy valiendo más de La Tetralogía del Monstruo que de "Bunker Palace Hotel" en tanto relato, pero como imagen y como sustancia no puedo dejar de percibir estas dudas que nacen del interior de Bilal, de mirada nihilista porque el conflicto que asola al mundo no parece tener solución y melancólica por lo mismo, pero además porque la violencia parece aplacar y soterrar todo vestigio de amor y de vida. Sin embargo, los sueños y las esperanzas de Bilal salen a flote en "Bunker Palace Hotel" debido a que ésta es, fundamentalmente, la pesadilla de la élite: los huéspedes, cabezas de un sistema roto e injusto, que esperan a que la tormenta cese en el exterior, cuando la misma puede que tome lugar justo en medio de las férreas paredes subterráneas. En cierta forma me recuerda a Partida de Caza, y la influencia de Pierre Christin en el guión es notoria, toda vez que el motor narrativo obedece a una lógica doble: la intriga entre los huéspedes, que se dispara cuando una extraña llega a alojarse con ellos, y la incógnita externa, que crece a medida que el presidente del grupo no llega, aumentando las dudas sobre qué demonios sucede afuera. Con una exquisita quietud y parsimonia, Bilal nos invita a adentrarnos en los gélidos pasillos de tan alevosa edificación, a sumergirnos en su atmósfera de incertidumbre y podredumbre, aunque sea más "fina", pero más importante, a mirarnos a los ojos y escudriñar en aquello que mantenemos oculto. Y no crean que todo es muy serio y solemne, miren que la ironía (nunca obvia, siempre punzante) marca de la casa se percibe en el momento en que entramos a este palacio que es un bunker y un hotel.
Uno sabe cuando está viendo una película única y especial, y ya les digo, "Bunker Palace Hotel" no deja lugar a dudas. A pesar del éxito (no muy explosivo, claro), Bilal tardaría unos ocho años en hacer su siguiente película (y luego siete más), pero eso lo dejamos para más adelante. Mientras tanto no está demás ver este film y, más aún, devorar la obra comiquera de este gran autor y artista.