Ann Lake (Carol Lynley) acaba de mudarse a Londres, y lleva a su hija Bunny a su primer día de escuela. Cuando vuelve a recogerla descubre que no hay rastro de ella por ninguna parte. Denunciada la desaparición, la policía no encuentra ningún indicio de la existencia de la niña, por lo que empiezan a preguntarse si esta no se trata sólo de un producto de la imaginación de Ann.
Luego de filmar el drama bélico “In Harm´s Way” (1965), el director Otto Preminger decidió retomar su afición por las historias más oscuras y perversas, las cuales había explotado de buena manera durante la década de los cuarenta cuando realizó una serie de film noirs para la 20th Century Fox. Fue así como dio con la novela “Bunny Lake is Missing”, de la escritora Marryam Modell (quien utilizaba el seudónimo de Evelyn Piper), que posteriormente sería adaptada por John y Penelope Mortimer. Para Preminger no solo la premisa de la novela resultaba atrayente, sino que también le otorgaba la oportunidad de explorar algunos temas que a él le parecían interesantes. En el libro “The Cinema of Otto Preminger”, el director menciona que la novela que le dio vida a este film, “es una pequeña historia acerca de un secuestro. La madre de la niña que ha sido secuestrada no está casada y es incapaz de probar la existencia de la niña. El padre de la pequeña no está dispuesto a admitir su paternidad debido a que está casado con otra mujer. Evidentemente existe un tema social aquí; si tú no cumples con las reglas impuestas por la sociedad, la ley no te protege. Esa es una parte importante de la cinta”.
El film sería filmado en Londres por un motivo bastante específico; Preminger pensaba que el hecho de que los protagonistas fueran dos norteamericanos en un país que les resultaba extraño, ayudaba crear la sensación de aislamiento que domina a gran parte de la cinta. Debido a que la protagonista se encuentra en un lugar extraño en el cual no tiene amigos o conocidos que sepan algo de su pasado, inevitablemente se forma un halo de suspenso en torno a su búsqueda. Por otro lado, la convivencia en el set de filmación no fue de lo más agradable. Preminger era conocido por ser un director conflictivo, fama que lamentablemente confirmó en esta ocasión. Laurence Olivier, quien había aceptado el papel del inspector de policía a cargo de la investigación solo por el dinero, declaró que Preminger era “un abusador y un ególatra que ni a mí ni a Noel Coward nos simpatizaba”. La tensiones llegaron a tal punto que en más de una ocasión Olivier tuvo que intervenir para que el director no les gritara enfurecido a los pequeños niños que aparecen en algunas de las escenas del film.
La cinta en parte sigue la fórmula de films como “The Lady Vanishes” (1938), del director Alfred Hitchcock, o “So Long at the Fair” (1950) de Terence Fisher, en las que una mujer se involucra en una búsqueda frenética de una persona la cual nadie ha visto, y de la que no existen pruebas de su existencia. Antes de que ocurra el supuesto secuestro, no tenemos motivos para pensar que Bunny solo es un producto de la activa imaginación de Ann Lake, pese a que en ningún momento la niña aparece en frente de las cámaras. Tras presenciar la escena en la que Ann le explica a la cocinera de la guardería donde va a comenzar a asistir Bunny que necesita volver lo antes posible a su casa para vigilar la mudanza, es inevitable pensar que es extraño que ella no pase a despedirse de su hija antes de retornar a su casa. Después de todo es el primer día en el que la niña va a tener que desenvolverse sin su madre en un ambiente extraño. Este pequeño detalle irá cobrando importancia a medida que transcurre la investigación, ya que las pocas pruebas que podían comprobar la existencia de la niña parecen haberse esfumado en el aire. Además, el hecho de que el hermano de Ann (Keir Dullea) sugiera en un momento de la cinta que la difícil infancia que vivieron pudo haber afectado psicológicamente a Ann, tampoco ayuda a darle credibilidad a la historia de la protagonista.
El guión a petición de Preminger, se alejó bastante de la novela original con el objetivo de fusionar algunos elementos propios de las historias de misterio clásicas (la damisela en peligro, la investigación policial, y el manojo de sospechosos), con algunos temas más modernos y controversiales como el masoquismo, la homosexualidad, las relaciones incestuosas, y el sexo fuera del matrimonio (que en aquella época era un tema bastante delicado, el cual pocos directores se atrevían a tocar). En general la cinta está dominada por una atmósfera malsana y por personajes bastante peculiares, como el alcohólico y perverso vecino de Ann (Noel Coward), o la dueña de la guardería donde desaparece Bunny (Martita Hunt), la cual pasa su tiempo utilizando a pequeños niños como conejillos de indias para sus experimentos relacionados con las pesadillas infantiles. Por otro lado, la actitud de Ann frente a la desaparición de su hija es bastante desconcertante. Si bien en un principio se muestra desesperada por la situación, por momentos demuestra una sospechosa tranquilidad como si no hubiese nada de que preocuparse. Si bien esto se le puede atribuir a un error del guión o a una floja actuación de Carol Lynley, la verdad es que su comportamiento errático ayuda a intensificar las dudas existentes con respecto a su estado psicológico.
En el ámbito de las actuaciones quien más se destaca es Laurence Olivier como el inspector Newhouse. Este personaje no hace más que representar al espectador y las dudas que este va teniendo a medida que avanza la investigación. A Newhouse también le resulta extraño el comportamiento de la protagonista y la falta de evidencia que respalde la existencia de la niña. Noel Coward y Martita Hunt también realizan un buen trabajo interpretando a dos personajes bastante oscuros y escalofriantes. Si bien las actuaciones de Carol Lynley y Keir Dullea no son de lo mejor, cumplen con el objetivo de confundir al espectador. Por otro lado, la cuidada fotografía en blanco y negro de Denys N. Coop es uno de los puntos altos de la cinta. Esta es complementada por la discreta pero efectiva banda sonora compuesta por Paul Glass. Como dato curioso, cabe mencionar que el grupo de pop británico The Zombies aparece algunos minutos en el film, pero en la pantalla de una televisión ubicada en un pub que el inspector Newhouse visita junto con la protagonista. Tres de sus canciones sirven como parte de la banda sonora del film, lo cual probablemente responde a un intento de retratar de manera superficial la cultura reinante en el Londres de la época.
Pese a que la premisa de la cinta es sumamente intrigante y a la extensa campaña promocional que se condujo en su momento, “Bunny Lake is Missing” no logró generar demasiado interés en el público. Como sucede con muchos films clásicos, con el correr de los años la producción de Preminger comenzó a ser considerada como una verdadera joya del thriller psicológico (incluso se ha llegado a hablar de un remake). A mi gusto, “Bunny Lake is Missing” es una película absorbente, oscura, plagada de suspenso y de momentos más propios de una cinta de terror, la cual afortunadamente es manejada de buena manera por Preminger quien se preocupa de jugar con las interrogantes que plantea el relato hasta el último tramo del film. Tal vez para algunos espectadores la película puede resultarles algo pesada debido a la gran cantidad de diálogo que presenta, el cual es necesario para establecer una buena parte de los puntos importantes de la trama. En definitiva, estamos ante un interesante thriller que presenta más aciertos que errores (como la espléndida secuencia de créditos diseñada por Saul Bass), el cual fue el regreso de Preminger a las oscuras historias que constantemente llamaron su atención durante su carrera.
por Fantomas.