Un tipo llamado Guy Moshe, es el que ha dirigido semejante obra sin sentido. Y la verdad, no se si merece la pena, ni siquiera hablar de su sinopsis, pues se limita a un videojuego de los malos, en los que para llegar al villano final, tienes que ir superando poco a poco, a villanos inferiores, pero peligrosos. Y entremedio, te tienes que divertir con los lacayos de estos supervillanos, que los hay a cientos, pero son torpes y poco peligrosos. En fin, la lucha entre el bien y el mal, aquí, encarnados en la clase proletaria, y los mafiosos.
Entre los actores, caras muy conocidas, que no hacen otra cosa que engordar su bolsillo, porque tampoco es que se lo curren mucho (aunque hay que decir, que poco podían hacer). Tenemos a Josh Hartner, Woody Harrelson, Demi Moore, Ron Perlman, y un Jordi Mollá, que muere a los cinco minutos (no pongo spoiler porque no merece la pena).
Incluso las escenas de lucha, que deberían ser lo mejor de la película, no se salvan, pues están demasiado coreografiadas, tanto que parecen bailes, y tan solo alguna por el final del metraje (si todavía aguantáis el visionado), merece la pena.