Burgos ¡con mucho gusto!: Paseo Gastronómico y Cultural

Por Atableconcarmen @atableconcarmen

Capital gastronómica 2013, Burgos, hacía demasiado tiempo ya que formaba parte de mi lista de pendientes. No podía demorar más su visita, por lo que este verano se convirtió en la primera parada de una de nuestras escapadas.    Suelo planificar y organizar mis viajes con los lugares a visitar, sitios que no me puedo perder, tentaciones que no puedo dejar de probar, etc. Contrariamente, para los días que íbamos a pasar en Burgos no llevaba nada parecido. Unos amigos burgaleses iban a ser los encargados de acompañarnos en este Paseo Gastronómico y Cultural, y nos íbamos a dejar llevar ¡Con mucho gusto!.    Eran los últimos minutos de la tarde o los primeros de la noche cuando llegamos a Burgos y nuestra primera cena fue en "familia". Con una familia de amigos, amigos de nuestros amigos, con los que todos los viernes se suelen reunir, y que en cuestión de segundos nos hicieron sentir como si les conociéramos de toda la vida. En la mesa un auténtico festín de platos típicos de la zona que con la emoción del momento olvidé fotografiar.  
Al día siguiente nos esperaba nuestro primer contacto cultural con Burgos. A dos pasos del hotel, Silken Gran Teatro, donde estuvimos muy a gusto e incluso nos mejoraron la habitación, cruzo la calle atraida por una tienda delicatessen que resulta formar parte de un conocido restaurante, Restaurante Casa Ojeda.  Horas más tardes acabaríamos aquí comiendo un estupendo lechazo. "¡Qué ojo tienes!", me dijo mi amiga dándome a entender que había sabido fijarme bien, pero es que no era nada difícil.
  
Justo enfrente está la Casa del Cordón, haciendo referencia al cordón franciscano, que preside a la antigua Plaza del Mercado Mayor.
    
Continuamos y atravesamos la Plaza Mayor con el Ayuntamiento. Nos colamos por una de las calles que desembocan en ella, sin rumbo, y nos cruzamos con la Iglesia de San Gil Abad, sencilla y preciosa.
     Nos damos cuenta que nos hemos idos alejando del casco histórico y emprendemos rumbo hacia la Catedral, justo al lado visitamos la Iglesia de San Nicolás que en esos momentos la están "arreglando" para una boda.
  
La Catedral de Burgos luce espléndida la mires por donde la mires, y la mires cuando la mires. Por la noche, con las últimas horas de la tarde, las primeras de la mañana o con un sol justiciero calentando sus muros, siempre nos devuelve una bella imagen, diferente pero que te atrapa y te invita a no dejar de contemplarla. La contemplo y me viene a la cabeza el libro "Los Pilares de la Tierra" de Ken Follet. Sí, si, ya sé que para ese libro se inspiró en la Catedral de Vitoria que ya visité el verano pasado, pero me vienen esos recuerdos.
  
Me gusta el gótico, sus agujas, sus filigranas, su delicadeza ... y la Catedral de Burgos es uno de los mejores ejemplos de nuestro país. 
Pero si bella es por fuera, también es atractivo su interior e interesantes sus curiosas historias, como la del Papamoscas, la de la escalera dorada o el lugar donde guardaban el vino. No, no os voy a desvelar ninguna de ellas, lo mejor que las escuchéis in situ, y aprovechad que todavía queda 2013 para disfrutar de esta Capital Gastronómica.
  
Tras la visita a la Catedral nos espera un sol de justicia. Atravesamos el Arco de Santa María y damos un pequeño paseo bajo los plataneros de sombra que cubren el Espolón, junto al río Arlanzón. Lo justo para volver a entrar por la Plaza Mayor, y tomar una pequeña calle que nos lleva de pinchos.
  
En Casa Pancho, probamos la "parejita", o lo que es lo mismo, el "cojonudo" y la "cojonuda". El primero a base de huevo de codorniz y chorizo, el segundo, con morcilla. ¡Qué rica está la morcilla! Nunca la había probado tan buena, ¡es el punto que le dan al freirla!
  
Buena dirección este Casa Pancho, de las que guardo para cuando vuelva.
Nos vamos a probar las mejores Patatas Bravas de Burgos, por supuesto, en el Mesón Burgos. Nos cuesta abrirnos camino y hueco en la barra, pero al final lo conseguimos y es que me sorprende la animación que tiene la ciudad en pleno mes de agosto.
     
Unas cañas, unos vinos y es hora de pensar donde comeremos. Un inocente comentario mío haciendo referencia al restaurante que me había llamado la atención por la mañana, Restaurante Casa Ojeda, hace que nos dirijamos allí para comer. La elección fue acertada por que comimos muy bien y todo estaba riquísimo, tanto lo estaba que en algunos platos nos precipitamos y se me volvió a olvidar dejar constancia  gráfica de ellos ... lo siento.
      Una impresionantes Ensalada de escabeches, unas ricas Croquetas, unas excelentes Morcillas, un Lechazo con Ensalada  y un más que agradable Prado del Rey Crianza colmaron con creces nuestras expectativas gastronómicas, que dulcemente continuaron con unas Milhojas Hojaldre y Crema.
  
El resto de la tarde, ya avanzada, lo tomamos con calma. Un café y una agradable sobremesa en el Hotel Landa, en las afueras de Burgos. Bonito establecimiento dentro de un agradable entorno, con curiosa clientela y algo por revisar en la "logística" del servicio. El café muy bueno.
     Un descanso más y unas coca-colas, esta vez con vistas al "green", nos dejaron listos para volver al hotel a por "un cambio de tercio": ¡Habíamos quedado para cenar!
  
Menos mal que nos tomamos las cosas con calma, ¡estamos de vacaciones!, un paseo, un vinito y salimos hacia Urrez, un pequeño pueblo que guarda un secreto: un pequeño restaurante donde se cena de maravilla y donde hacen unos Cangrejos de Río con una Salsa de las de toma-pan-y-moja. ¡Y vaya que si mojamos!
A la mañana siguiente el cuerpo nos pedía calma, es fácil de comprender. Un tranquilo desayuno ayudó a recargar pilas y decidimos pasear siguiendo el curso del río que estaba frente al hotel. Casi sin darnos cuentas, paseando, paseando, nos encontramos a tiro de piedra del Monasterio de las Huelgas, por lo que aprovechamos para acercarnos a visitarlo. Un sitio precioso del que apenas permiten dejar constancia gráfica ¡que le vamos a hacer!.
  
  
Cuando terminó la visita nuestros amigos nos recogieron para ir a visitar la Cartuja de Miraflores, en las afueras de Burgos, en lo alto de una loma.  Eché de menos alguna explicación o audio guía, pues seguir el folleto con los números y letras indicados en un diminuto croquis o plano, resultaba bastante difícil.
  ¡Mediodía! Ya habíamos "cumplido" culturalmente, ahora tocaba reponer fuerzas.
Destino: Carcedo de Burgos, Mesa y mantel en La Taberna del Abuelo Luis.
Aquí otra vez me volvió a pasar lo mismo, el hambre, las ganas o la gula, me pudo y no fotografié ni aperitivos, ni alguno de los platos, ni el postre. ¡Qué viaje llevo!   

Unos pinchos, buen vino de la Ribera del Duero, jugosas ensaladas y un Bacalao riquísimo, formaron parte de este almuerzo. ¡Qué bien saben elegir estos amigos! Creo que es de ellos de los que voy a hablar y valorar en el Tripadvisor.
Bromas aparte, un café y una agradable sobremesa alargaron nuestro descanso.
A continuación visitamos el Monasterio de San Pedro de Cardeña.   
   Hay lugares que te sorprenden por su grandeza, por lo que en ellos descubres. En este Monasterio lo que más me sorprendió fue la curiosa visita guiada que llevo a cabo uno de los monjes cistercienses y que nos dejó atónitos y nos hizo reir en más de una ocasión. Si lo visitáis no os perdáis el Claustro, seguro que os hace recordar la Mezquita de Córdoba.
La tarde ya avanzaba, pero no nos podíamos ir de Burgos sin contemplarla desde lo alto. El mejor lugar para hacerlo, el Mirador del Castillo, la mejor iluminación, los últimos rayos del sol. Estas imágenes fueron el broche final a esta visita.    Más tarde, unos pinchos para irnos con "excelente sabor de boca" y un último paseo nocturno, simplemente para decir un "¡Hasta Pronto!".