¡Socorro! ¿Hay alguien ahí?
Cuando vi por primera vez el tráiler de Buried (Enterrado, 2010), del español Rodrigo Cortés, la primera imagen que me vino a la cabeza (como creo que a mucha gente) fue la de Uma Thurman en Kill Bill 2 (2004), de Quentin Tarantino. La diferencia es que la escena en la que veíamos a Uma intentar salir de un ataúd duraba unos minutos, mientras que la película de Cortés dura una hora y media. El protagonista se llama Paul Conroy (Ryan Reynolds) y es un transportista norteamericano que se encontraba en Irak enviado por una empresa de seguridad, cuando le tendieron una emboscada a su convoy, le golpearon y le enterraron bajo tierra. Sólo con la ayuda de un mechero, con el que podrá ver dónde se encuentra, y un móvil, con el que tendrá la posibilidad de intentar comunicarse con alguien del exterior para conseguir ayuda, Paul Conroy intentará salvar su vida.
Todo esto lo iremos sabiendo a medida que va avanzando la simple trama (quien no quiera saber más cosas que no vea el tráiler), con un único escenario (el ataúd). Con estos pocos medios, aunque no con pocos recursos ya que talento sí que hay, Rodrigo Cortés ha conseguido un film de suspense y acción, con las ideas muy claras sobre lo que quería y lo que no quería hacer. Aunque, en un principio, sea una historia no apta para claustrofóbicos, las intenciones de Cortés han sido no concentrarse en el artefacto, o sea en el ataúd, sino en la historia, en qué es lo que le va a ocurrir al protagonista, intentando hacer olvidar al espectador dónde está metido con dosis de tensión en diferentes momentos.
Y para conseguir este resultado, Cortés quiso contar para el papel del protagonista con Ryan Reynolds, al que creía el mejor para interpretar a ese personaje y del que ha alabado su tremenda capacidad para el timing fílmico. La verdad es que este actor ha hecho el que, por ahora, es el papel de su vida (ya veremos con el de The Green Lantern), aunque para él haya sido una terrible experiencia. Cuando acabó la película volvió a Los Angeles aún con heridas en la espalda debido a la fricción con la madera, y con los dedos chamuscados a causa del mechero. Y es que el rodaje fue muy duro para todos, demasiado excesivo. Se rodó en diecisiete días, haciendo unos treinta planos cada día, y hasta una vez llegaron a realizar cincuenta y dos, cuando lo normal son ocho o diez diarios. Para rodar con bastante libertad utilizaron siete ataúdes distintos para permitir cualquier tipo de movimiento, logrando una puesta en escena verdaderamente efectiva y muy bien pensada. De ahí que para un servidor lo mejor de la película sea la dirección del propio Cortés y de su gran trabajo de montaje, resaltando también la fotografía de Eduard Grau (que ya destacó en Un hombre soltero, 2009), y la excelente banda sonora de Víctor Reyes (que había trabajado con Cortés en su primer largometraje, Concursante, de 2007), indispensable para esas escenas de tensión, recordando sobre todo al gran Bernard Hermann.
La película seguramente se convertirá en uno de los grandes taquillazos de este año, habiendo logrado éxitos en festivales tan destacados como el de Sundance o el de San Sebastián. Y no es para menos, la calidad que atesora lograda en tan poco tiempo es digna de admirar. Sin embargo, hay ciertas pegas que se le pueden achacar a este film. Empieza muy bien, con unos buenísimos títulos de crédito creados por la empresa Royalcow (responsable también de los de La comunidad, de Álex de la Iglesia, o La mala educación, de Almodóvar), que unidos a la destacada música de Reyes nos acordamos inevitablemente de las películas de sir Alfred Hitchcock (como ocurre también con el suspense en varios momentos del film). Pero la trama va perdiendo fuerza y aunque Cortés ha sabido dotar a la historia de varios momentos tensos para que el espectador no pierda el interés por el futuro inmediato del protagonista, la película cae en algunos tópicos, unido a unos diálogos que podrían haberse mejorado, y con importantes fallos de raccord con la batería del móvil. Aún así, con todo lo dicho anteriormente, es una película muy digna y con un final muy bien resuelto.
"Una historia hecha en poco tiempo, que contiene muchos momentos de suspense, en la que destacan la entrega del actor (único protagonista), la fotografía, la banda sonora y el excelente montaje; lástima que también caiga en tópicos, que algunos diálogos sean flojos y pierda fuerza por momentos"
critica Buried (enterrado)