Burke y hare: 'los traficantes de cadaveres'

Por Crimenycriminal @crimenycriminal

BURKE Y HARE

Recuperamos desde 'CrimenyCriminólogo' la historia de dos profanadores de cadáveres que llegaron a asesinar para así aprovechar los cuerpos de sus víctimas, cuyas partes troceadas eran vendidas de forma clandestina a entidades médicas. Hablamos de William Burke y su homónimo William Hare.
Se trataba de dos jóvenes que habían arribado, cada uno por su lado, a la ciudad escocesa de Edimburgo procedentes de Ulster, Irlanda, en el año 1818. Burke conocería en una taberna a su futuro socio y a la esposa de éste, Margaret Laird, en 1827. A partir de ese encuentro el matrimonio invitó a Hare a quedarse a vivir en su casa de huéspedes. Helen Mc Dougal, cónyuge de Burke, se hizo buena amiga de los Hare y, posteriormente, pasaría a integrar la banda de rufianes.
El viejo soldado de apellido Donald o Desmond, tendría el dudoso honor de ser la primera víctima de este letal binomio. Si bien es cierto que no existe certeza absoluta de que este pensionista de la armada fuese asesinado por la pareja de delincuentes para sacar rédito de sus restos mortales. En el proceso judicial, Hare y Burke negaron rotundamente tales extremos alegando que Donald Desmond murió a causa de una grave hidropesía, enfermedad que consistía en la acumulación de líquido en los tejidos y de la que aquejaba desde mucho antes. La 'banda' aseguró que descubrieron su cuerpo, sin vida, sobre el lecho de la habitación que el funesto inquilino tenia alquilada a Margaret Laird. El difunto, al parecer, debía cuatro libras en concepto de alquiler de la casa que ocupaba. Convencidos de que ese débito jamás sería saldado, Hare y Burke, decidieron resarcir dicha deuda vendiendo el cuerpo al conocido anatomista Robert Knox, quien pago por el cuerpo siete libras esterlinas y diez chelines. Cabe destacar que hasta 1832 hubo una gran escasez de cadáveres legalmente disponibles para la investigación médica en las escuelas de Medicina británicas.

El dinero fácil estimuló la ambición de Burke y Hare, quienes a partir de aquel momento decidieron desenterrar cadáveres recientemente sepultados en el cementerio de la ciudad con el objeto de ofrecerlos a modo de material de examen clínico. Pero, el deplorable estado de esos cuerpos determinó que les pagaran cantidades ínfimas a cambio de su entrega o que, lisa y llanamente, los mismos fueran rechazados por el consultorio médico. Para colmo la férrea custodia en los cementerios escoceses por aquellos tiempos cuando la práctica de robar en esos lugares santos se hallaba en auge complicaba el negocio. Fue entonces cuando William Burke y William Hare llegaron a la conclusión de que correr tantos riesgos y fatigas por cosechar tan escasos beneficios carecía de sentido, y que sólo les quedaba una forma de tornar rentable su funesta actividad: el homicidio.
Joseph, un humilde molinero, habitual huésped de la finca de alquileres de Mrs. Hare, seria la primera victima acreditada y confesa. Aquel hombre se vio invadido por una intensa fiebre que lo condujo al delirio, y a la cual puso fin William Burke emborrachándolo con Whisky para posteriormente ser asfixiado. La maniobra de estrangulación practicada por el asesino pasaría a la historia forense con el calificativo del “Método Burke” el cual hoy en día es conocido como Burking (forma de asfixia en al que uno agarraba la victima por detrás ya debilitada por el alcohol mientras el otro lo asfixiaba hasta que la victima moría)
La segunda victima de esta pareja seria un inglés oriundo de Cheshire que también tuvo la desgraciada idea de enfermar en el interior del hospedaje regentado por los Hare. Burke asistió a la habitación del debilitado convaleciente y le aplicaría el mismo mecanismo de sofocación. El siguiente asesinato no seria concretado dentro de la residencia de huéspedes sino en la vivienda de Constantine Burke, hermano del asesino que no se encontraba en la misma. La victima seria una adolescente meretriz de apenas quince años de edad. William Burke la abordaría en un bar y tras invitarla a pasar una velada en la finca de su hermano, la joven, seria embriagada y asfixiada por el método burking con facilidad.
Un joven cojo y con retraso mental llamado James Wilson y conocido como "el Bobo Jamie" de 18 años, también caería en manos de la mortífera pareja. El chico intentó resistirse, y tuvo que ser reducido entre los dos asesinos. Cuando el doctor Knox destapó el cuerpo en clase a la mañana siguiente, muchos alumnos reconocieron a Jamie. Robert Knox negó que aquel chico fuera Jamie, pero parece ser que el cirujano y sus ayudantes apresuraron la disección, empezando por la cara, antes de que los rumores se expandieran atrayendo a la policía hasta el pabellón quirúrgico.
La anciana Mary Docherty seria la ultima victima de Burke y Hare, la venta número diecisiete. Docherty llegaría a Escocia procedente de Irlanda en busca de un hijo perdido. Entro a la taberna donde Burke bebía un whisky tras otro, y preguntó a los parroquianos sobre el paradero de aquel hijo, a la vez que pedía limosna. Fingiendo caridad, el asesino la invitó a pernoctar en el hospedaje y la condujo allí dejándola en compañía de su mujer. Después salió en busca de su socio, a quien avisó que esa noche, que era Halloween, tendrían “trabajo”.
Se hallaba también en la pensión el soldado James Gray, ocupante de una de las habitaciones, junto a su familia. Burke y Hare solicitaron al miliciano si no le importaba pernoctar en casa de este último para que la anciana pudiese dormir aquella noche en el cuarto del rentado. Gray accedió a la noble petición. A la mañana siguiente, la mujer de Gray retornó al alojamiento cedido a fin de coger ropa de sus hijos, pero esta fue interceptada por el estrangulador antes de poder llegar. La señora intuyó que algo sucedía, pues la actitud del hombre le resultó sospechosa. La esposa del soldado simuló retirarse, y aguardó oculta hasta asegurarse que Burke salía en busca de más whisky. Con el campo despejado, revisó el dormitorio comprobando que se hallaba sumido en completo desorden. Al levantar unas mantas descubrió, para su horror, que bajo las mismas yacía el cadáver de Mary Docherty. Alarmada ante los gritos de espanto proferidos por la mujer, Helen Mc Dougal, acudió rápidamente al lugar de los hechos. Mc Dougal ofreció pagarle diez libras esterlinas semanales a la mujer de Gray a cambio de no informar del macabro hallazgo a la justicia. Aún sin reponerse, y entre estupefacta e indignada, Mrs. Gray le espetó: “Dios prohíbe que los muertos nos reporten dinero”, y tras esa declaración salió rumbo a la estación de policía.
Sería el final de la carrera criminal de estos traficantes de cadáveres.
William Burke terminó resultando el gran perdedor dentro del equipo de criminales pues se lo condenó a expiar sus culpas pereciendo en el patíbulo. En la tarde del 28 de enero de 1829 fue ajusticiado en la más importante plaza pública de Edimburgo frente a una excitada muchedumbre, y –en cumplimiento de una draconiana sentencia acorde con la época- su cuerpo resultó diseccionado de forma semejante a cómo él tantas veces lo hiciera con sus víctimas pasando, de tal suerte, a servir forzosamente a la ciencia. Su piel fue vendida a curtidores de la zona que hicieron todo tipo de objetos con ella desde zapatos hasta monederos y hoy su esqueleto esta posado en un museo, incluso llego hacerse un libro con al piel de Burke que hoy también permanece en el museo de Edimburgo. Helen Mc Dougal -la esposa de Burke- se le impuso pena de muerte. Apeló y le conmutaron la condena logrando salir libre tiempo más adelante bajo una nueva identidad para evitar la venganza pública.
El matrimonio Hare logró salvar su pellejo llegando a un acuerdo con el fiscal y acusando a su socio de los asesinatos. No obstante, estos cómplices a la larga no saldrían tan bien parados. La taberna y pensión de la mujer fue destruida por los indignados vecinos y ella se vio forzada a escapar con destino desconocido. William Hare tras haber emigrado de Escocia hacia Gran Bretaña, y mientras trabajaba en una fábrica de Londres fue reconocido por algunos obreros como el abominable profanador. Hare fue atacado y lanzado dentro de un contenedor repleto de cal viva, agresión que le provocó quemaduras tan severas que perdería la vista. Terminaría sus días ciego y deambulando por las aceras de Edimburgo convertido en un pordiosero hasta su muerte en 1860.
Los crímenes evidenciaron la crisis en las escuelas médicas, y llevaron a la publicación del Acta de Anatomía en 1832, expandiendo los suministros legales de cadáveres para disuadir a los criminales de tal comportamiento.
La historia de los traficantes de cadáveres Burke y Hare aún hoy pervive en libros y películas, estrenándose la última película en 2010 que incluye a Simon Pegg como Burke y Andy Serkis como Hare.

FUENTES: 'Historias de Asesinos' del Dr Gabriel Pombo. 

'HISTORIAS DE ASESINOS' DEL DR GABRIEL POMBO

TRAILER: LA PELICULA BURKE Y HARE

CANCIÓN SOBRE LA HISTORIA DE ROBERT KNOX