A Friedman ya lo tuvimos por acá (como solista y como una de las mitades de Flanger) y Jaki Liebezeit fue nada menos que baterista de Can. Juntos lograron uno de mis discos favoritos en mucho tiempo. Es de esa música en la que uno nota que los músicos son virtuosos, capos en serio, pero a diferencia de una banda de jazz por ejemplo, no necesitan meter escalas raras ni solos alucinantes. Es como una jammeada dub pero inteligentosa, con ritmos apacibles pero atípicos, acompañados a veces por un vibráfono que suena exquisito, demostrando otra vez (junto a Mercury program) de que para cierta música es un instrumento infalible. Altamente recomendable.
Toma mientras!