Buscando a Nemo y la escabrosa realidad sexual de los peces payaso

Por Ireneu @ireneuc

Peces payaso

Una de las películas de animación que más éxito han tenido en los últimos años ha sido "Buscando a Nemo" (2003). En este film, un ataque de una barracuda sobre una anémona acaba con una familia de peces payaso, quedando tan solo el padre y un huevo, del cual saldrá el protagonista, Nemo. A partir de aquí, un padre superprotector cría a su pequeño hijo hasta que es capturado, iniciando una aventura en que el padre hará todo lo posible para liberarlo. El relato, más allá de la fábula, parece más o menos congruente, pero la realidad es un pelín (ejem) diferente, hasta el punto que, si se hubiese sido fiel al comportamiento de los peces payaso en la naturaleza, más que clasificada como "para todos los públicos", hubiera sido clasificada como "X". ¿Cómo se ha quedado?

Viven con las anémonas

Los simpáticos y conocidos peces payaso (Amphiprion ocellaria) son uno de los peces más utilizados en los acuarios, debido a su resistencia y facilidad de cuidado dentro de un pequeño volumen de agua. Habitantes habituales de los arrecifes coralinos, su vida pasa circunscrita a los alrededores de una anémona, animal marino con el cual vive en una relación de mutualismo, ya que la anémona, con sus tentáculos urticantes, protege al pequeño pez payaso y, en compensación, el pez atrae alimento para la anémona y limpia su boca, lo que le evita infecciones. La pareja perfecta. Sin embargo...¿qué hubiera pasado si las circunstancias de "Buscando a Nemo" hubieran sido reales?

Cardumen de peces payaso

En una situación real, el hecho que de toda la familia simplemente hubiese quedado un macho y un juvenil, hubiera trastocado algo más que la psicología de los supervivientes, porque los peces payaso, en realidad, son hermafroditas secuenciales. O lo que es lo mismo, que cambian de sexo poco menos que a voluntad.
En una familia de peces payaso tipo, un macho y una hembra generan un cardumen de pequeños peces, viviendo todos en comunidad. En este caso, la hembra es el pez más grande de la familia y el macho el segundo en tamaño, mientras que todos los demás, si bien nacen todos machos, en la práctica y a efectos reproductivos, son como los ángeles, asexuados.

La jerarquía marca el sexo

En la película mueren la madre y los hijos, quedando únicamente el padre, que se encarga de subir al único huevo que ha sobrevivido. Pues bien, si esto mismo hubiese sucedido en la naturaleza, el padre, al ser el más grande de la comunidad, cambiaría de sexo y pasaría a ser una hembra, mientras que el hijo desarrollaría sus genitales masculinos, copulando con lo que antes había sido su padre. Transexualidad e incesto... demasiado espinoso para los responsables de Pixar.

Huevos con pequeños Amphiprion

Efectivamente, en su hábitat, el grupo se rige por un estricto orden jerárquico determinado por el tamaño de sus componentes. El más grande del grupo es siempre hembra, mientras que el segundo es siempre macho reproductor, mientras que el resto no tienen ningún papel reproductor ni interaccionan sexualmente con el resto de la colonia.

Hembra, macho y asexuado

Si falta el macho, el segundo más grande de los que quedan, toma el papel reproductivo y de ser asexuado, pasa a ser el nuevo macho. En el caso que la que falte sea la hembra, al ser esta la más grande, su papel es tomado por el macho al ser el más grande que queda. De esta forma, el macho cambia de sexo y pasa a ser la hembra "alfa", mientras que el más grande después de él, abandona el estatus de "asexuado" para ser el nuevo macho reproductor. Las mujeres siempre mandan (ver Diablos marinos, una especie no apta para machistas) y en casa de los peces payaso, también.

Hermafroditas que cambian de sexo

Para poder hacer este cambio sexual, los peces payaso disponen tanto de genitales femeninos como masculinos en su cuerpo -son hermafroditas- pero no están activos los dos a la vez en ningún momento. Es en una circunstancia de cambio de liderazgo sexual dentro del grupo que el pez payaso activa uno u otro sexo, o bien inhibe los dos, dependiendo de cómo quede en la nueva jerarquía del cardumen.
En definitiva, que si Disney y Pixar hubiesen querido ser fieles a esta peculiar y exitosa forma de reproducción de los peces payaso, hubiera tenido serios problemas para hacer una película de animación infantil, conocidos los ñoños estándares morales que, en cuestión de sexualidad, se gastan en Estados Unidos. Sea como sea, los peces payaso, ajenos a su fama y a los prejuicios morales de los humanos siguen cambiando de sexo con toda la tranquilidad del mundo.

Padre e hijo en el film; pareja con derecho a roce en la realidad


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