En este momento tengo mis audífonos puestos, la música en alto y la mejor canción para la ocasión. Justo en frente tengo a un círculo de amigos y compañeros que hacen cualquier otra cosa diferente a lo que yo estoy haciendo en este momento (escribiendo). Sólo los veo conversar, reír en ocasiones, interactuar. No los escucho, todo es visual.
He visto programas o documentales en los que narran el desenvolvimiento de manadas y cómo cada individuo tiene un rol importante. Sin embargo, el más claro rol de todos en la manada es el del líder.
Vemos en cualquier cantidad de ejemplos la importancia de tener un buen líder, en la naturaleza, en el deporte, la política, en los grupos sociales, incluso hasta en las películas los ejemplifican y enaltecen.
Estoy en un punto en el que quiero dejar claro que es más importante encontrar a un buen líder, por encima de querer ser el líder. Y no digo que dejes de ambicionarlo, pero un liderazgo no se obtiene, te lo otorgan. Un liderazgo no se negocia de ninguna forma, simple y sencillamente te es entregado aún y cuando no lo quieras. Es una responsabilidad, un honor, un placer.
El líder no necesita estar lleno de cualidades, ser el más fuerte, ni el más veloz. La única tarea del líder es salvaguardar el único poder que le es entregado por cada uno de los integrantes del grupo, porque sabe que al perder ese poder, jamás le será devuelto. A ese poder al que me refiero todos lo conocemos como confianza.
Y es que la confianza, como lo dije anteriormente, te es entregada aún y cuando no la pides, y te es entregada en el momento que el individuo cree en ti, por alguna razón, ve en ti a una persona en la que puede creer, sentirse seguro, estar tranquilo de que aún en los momentos de dificultad estarás a su lado soportando vendavales; y estará contento de estar contigo en los momentos de alegría.
No tienes que buscar ser el líder, busca ser el mejor compañero, amigo, y busca al mejor líder para tu grupo. Tal vez te has convertido en él sin haberte dado cuenta.