Después de unos días de marejada las orillas de las playas del Cantábrico aparecen cubiertas de las algas que las olas han arrancado del fondo. Gran cantidad de trozos de Gelidium sp. y de Ulva sp. y cada vez menos Fucus y Laminaria han sido arrastrados por la marea y se encuentran formando una capa, en ocasiones de casi un metro de altura, en las zonas de la playa donde las corrientes las van depositando.
A los pocos días de llegar a tierra las algas comienzan a pudrirse y es entonces cuando gran cantidad de crustáceos como la Pulga de mar (Talitrus saltator) y otras especies similares aprovechan para aparearse y dejar sus larvas sobre las algas en descomposición de las que se alimentan. También algunos insectos, como moscas y mosquitos, ponen sus huevos en las algas que han quedado resecas en las líneas más altas de la marea, donde el agua ya no llega.
Esta rápida ebullición de pequeños animales atrae a su vez a numerosas aves que se alimentan de ellos. Además de aves terrestres, como lavanderas o colirrojos tizones, los limícolas que en estos momentos se encuentran en plena migración a sus lugares de cría, buscan insistentemente entre las algas, siempre alerta para evitar a las olas que baten contra la orilla los alcancen. Además de aves, numerosos peces esperan en la orilla a que suba la marea y arrastre la pulga que tambián les sirve de alimento.
Los correlimos tridáctilos (Calidris alba) se encuentran mudando el plumaje y no es raro ver en el mismo bando ejemplares que aun conservan gran cantidad de plumas blancas y grisaceas, características de la librea invernal que ya traían muchos de ellos en el mes de septiembre, juntoi a otros ejemplares completamente mudados y otros que se encuentran a medias, lo que no les impide el vuelo ya que la muda es secuencial.
Tanto los correlimos tridáctilos como otras muchas especies de limícolas que pasaran durante este mes por nuestras playas, encuentran en está despensa improvisada el alimento necesario para recuperar fuerzas y almacenar reservas para el resto del viaje.
Desgraciadamente para ellos, en las playas la presencia de algas no suele ser vista con buenos ojos, ya que mucha gente considera que son basura y que lo único que producen son moscas y mal olor. Contrariamente a lo que pueda parecer a simple vista, estos restos de algas no son una señal de que la playa esté sucia, sino que son muy importantes para el ecosistema litoral tanto por la cantidad de organismos que se alimentan de ellos como por su ayuda pasiva para fijar la arena y evitar que sea arrastrada. En algunas playas del Mediterráneo los restos de Posidonia no se retiran durante el invierno y se han llevado a cabo numerosas campañas para concienciar a la población de la importancia del arribazón. Hasta el momento, que yo sepa, nada parecido ha ocurrido en Asturies, donde el arribazón sólo permanece en aquellas playas y pedreros de difícil acceso.