Buscando las diferencias

Publicado el 16 abril 2015 por Catgo
Como nos habíamos imaginado, las primeras fotografías publicadas del viaje de los reyes de España a Dinamarca para participar en los fastos del 75º aniversario de la reina Margrethe II, han generado una inevitable corriente comparativa con las imágenes que se captaron doce años atrás, en 2004, cuando asistieron a las celebraciones del enlace matrimonial de los príncipes herederos de ese país, Frederick y Mary. Una semana antes a su propio enlace.
En aquella ocasión, la por aquel entonces todavía Letizia Ortiz deslumbró a monárquicos y a republicanos con un espectacular outfit al más puro estilo hollywoodense, en su debut oficial ante la realeza europea como futura princesa consorte de Asturias. Evidentemente en aquella ocasión, el modelo elegido no iba acompañado de condecoraciones, ya que la primera que se le concedió fue el 21 de mayo de 2004 (la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III), ni tampoco lució diadema alguna ya que, según la tradición, es un elemento distintivo para los miembros de la aristocracia, y ella todavía era plebeya.

En esta ocasión las cosas han cambiado. Doce años después, aquel príncipe de Asturias y la candidata a princesa consorte ya son reyes y, por lo tanto, las diferencias entre las dos imágenes son evidentes.

Respecto al rey, además de haberse dejado barba, ha cambiado las insignias de las bocamangas del traje, ya que su condición de jefe de estado le ha otorgado el empleo de Capitán General de las Fuerzas Armadas, lo que se refleja en los galones del uniforme. Respecto a las condecoraciones, sigue usando las de la Insigne Orden del Toisón de Oro y la Real y Distinguida Orden de Carlos III, entre otras, pero ya como Gran Maestre de ambas.
Respecto a la reina, además de la evidente y comentada transformación física experimentada a lo largo de estos años, ha cambiado el glamuroso color rojo del vestido de 2004 por el blanco y negro de un vestido con motivos florales, combinado con un mantón de Manila. A nuestro parecer, el estampado no queda demasiado acorde visualmente con las rayas de la banda de la condecoración, por lo que hubiese sido más adecuado un estampado más discreto o un color uniforme.

Y si, como el rey, ha lucido la banda e insignia de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, el recogido del cabello (mucho más sobrio que el que llevó en 2004) lo ha complementado con la diadema Princesa o diadema Ansorena, que ha usado por primera vez, creando una gran expectación. Esa diadema, que recibió como regalo en su quinto aniversario de boda, ha dado mucho que hablar durante los últimos años ya que, debido a que todavía no la había lucido públicamente, se había especulado con que se trataba de un mito. Según parece, el motivo del retraso en su estreno se ha achacado a la crisis económica que se ha vivido el país y a la propia crisis de la corona, ya que ante ambas situaciones se ha querido evitar transmitir una imagen frívola y de dispendio, dado que la diadema está valorada en 50.000 €. Hasta el momento, la única pieza de la diadema que se había visto lucir a la reina es la Flor de Lis central, a modo de broche.

La diadema Princesa, formada por una Flor de Lis central flanqueada por diez picos de diamantes coronados con una perla cada uno de ellos, tiene sus admiradores y sus detractores. Sus admiradores reconocen su extrema sencillez, y sus detractores comentan que se asemeja demasiado a una "corona de miss".


Y para finalizar, como última curiosidad observada por estas blogueras, nos ha llamado la atención que el rey Felipe VI junto a la reina Letizia (y la reina Matilde de los Belgas) hayan sido los únicos royals que no han lucido la banda de la Orden del Elefante, máxima condecoración de la corona danesa, a diferencia del rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos (concedida el 31 de enero de 1998), del rey Felipe de los Belgas (concedida el 20 de mayo de 2002) y de la reina Máxima de los Países Bajos (concedida el pasado 17 de marzo de 2015). No obstante, sabemos que eso se solucionará en una futura visita de Estado de uno u otro país.

Nota: Según se dice, el uso protocolario de las diademas por princesas y reinas data de la Edad Media cuando, a modo de corona, las lucían en todas las ceremonias oficiales con la finalidad de distinguirse del resto de damas. No obstante, su origen debemos buscarlo mucho más atrás, en otras culturas anteriores. En la cultura celta, por ejemplo, las usaban todas las mujeres de sangre noble, diferenciándose jerárquicamente unas de otras a partir de los colores de las piedras preciosas que llevaba la diadema. En la cultura griega eran las novias las que usaban bandas de oro o plata sobre su cabeza, como augurio de felicidad y protección contra los malos pensamientos. Y en la cultura romana se usaron como símbolo que destacaba la gloria o el éxito conseguido por una persona.
[Fotos: Revista Hola]
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