Button se reivindica en el caos de Australia

Publicado el 28 marzo 2010 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
Button festeja el octavo triunfo de su carrera -EFE.


Calificado por muchos como el campeón más mediocre de la historia, Jenson Button (Frome, Inglaterra, 1980) optó por cambiar abandonar el equipo Brawn para compartir escudería con Lewis Hamilton, puro regalo para los periodistas a los que les gusta buscar en el vertedero. Lucha de egos británicos en McLaren, que no ha tardado en rentabilizar la inversión. Button fue quien supo gestionar mejor el guión, caótico y marcado por la sucesión continua de trances, problemas y adelantamientos en el GP de Australia. Resultó un triunfo reivindicativo del británico, que pareció equivocarse por poner demasiado pronto los neumáticos intermedios con el trazado no estaba lo suficientemente seco después de las gotas que cayeron en el inicio de carrera. Button se responsabilizó de dicha decisión–“cuando entré en el pit lane pensé que había sido una decisión catastrófica porque estaba muy mojada”– agradeció que el equipo le hiciese caso –“pero una vez fuera pude comenzar a ir rápido y adelantar a varios coches”–. Y aunque no lo dijo también pudo sacar pecho por haber superado a Hamilton, sexto por ser envestido en el tramo final por Webber, finalmente amonestado. También pasaron una única vez por el pit lane Robert Kubica, segundo, y Felipe Massa (Ferrari), tercero, al que su compañero Fernando Alonso no incluyó en la lista de sus rivales directos. El bicampeón, líder del Mundial con 37 puntos, celebró en voz alta haber sacado más puntos a Michael Schumacher (10º), el propio Hamilton y Sebastian Vettel, que tuvo que abandonar. A la espera de que los Red Bull tengan un mínimo de fiabilidad, la realidad es que son Massa (33) y Button (31) son quienes acechan a Alonso, que tuvo que remontar 14 posiciones para acabar cuarto.

“Quien decía que las carreras eran aburridas que ponga la repetición de ésta”, replicó a los escépticos con cierta ironía Alonso, uno de los que más contribuyeron a que en el circuito de Albert Park no parasen de suceder cosas. Aunque las primeras no fueran favorables a sus intereses, pues el piloto de Ferrari tuvo una “salida realmente mala”: le pasó su compañero Massa, que rebañó tres posiciones para colarse segundo, y quedó implicado en un incidente con Button y Schumacher. El primero le envistió por detrás y, como efecto dominó, Alonso tocó a Schumi, al que le quedó dañado el alerón delantero y que le había acusado de entorpecerle cuando hizo su vuelta rápida en la Q3. Una colisión que hizo que el Ferrari girase sobre sí mismo y que el piloto asturiano pasase a ser el 18º de 20 corredores, pues tres (Buemi, Hulkemberg y Kobayashi) ya había abandonado y Trulli ni tan siquiera había salido por una avería de última hora en su Lotus, uno de los nuevos equipos de la parrilla y que está a años luz de ser competitivo.

Los proyectos de Ecclestone

Es probable que Bernie Ecclestone, propietario de los derechos comerciales del Gran Circo, aparque momentáneamente su idea constituir un grupo de mecánicos e ingenieros para que estudiasen posibles modificaciones en el reglamento para dar más espectacularidad a las carreras. No necesitaría plantearse ese tipo de cosas si en el calendario hubiese trazados tan exigentes como Albert Park, marcado por la sucesión de curvas lentas y el gran desgaste de suspensiones y frenos. El GP de Australia es sinónimo de percances y abandonos (diez esta vez). El contexto donde hace acto de presencia el coche de seguridad, que suele aparecer en las primeras ocho vueltas. En Melbourne no tardó ni un giro en salir y antes y después de su presencia los pilotos pasaron por el pit lane para cambiar los intermedios por los blandos o super blandos poco después de llover. Button arriesgó haciéndolo muy pronto, en la séptima vuelta, y se salió de la pista en una de sus primeras maniobras. Una anécdota viendo el resultado final.

Ni las inesperadas circunstancias despegaron a Vettel de la primera posición. Sólo lo hicieron los problemas de frenos del Red Bull, que sigue siendo el coche más rápido de la parrilla pero al que continúa faltándole más fiabilidad. “Esperemos que la próxima vez podamos ver la bandera a cuadros”, dijo, mordiéndose la lengua Vettel tras abandonar en la vuelta 26 y recordando que sólo fue cuarto en Bahréin por el falló, entre otras cosas de una bujía.

Festejos en McLaren


En el box de McLaren el abandono de Vettel supuso una alegría desproporcionada y nada disimulada –se echó a faltar el brindis con las copas de cava–. Contraste total después de lo que sucedió después, cuando Webber envistió a Hamilton a falta de cuatro giros –el triunfo de Button minimizó la decepción–. El percance de Hamilton, uno de los grandes agitadores de la prueba y que había partido 11º, alivió a Alonso, defraudado por ser incapaz de superar a Massa en diversas tentativas. Felipinho es el rival tapado y logró acabar en los puntos en Australia por segunda vez en su carrera. Algo que hasta ahora no había logrado Kubica, que ni tan siquiera había logrado acabar en dicha trazado.

Cerca de puntuar se quedó Alguersuari, un hueso muy duro de roer para Schumacher, que cerró la zona de puntos. Al heptacampeón le costó una barbaridad adelantar al catalán, que jamás se imaginó poder hacer unas declaraciones como éstas: “No he sentido para nada la sensación de pelear con el mejor piloto de la historia desde que yo nací. Schumacher ha sido un rival más, del que yo he aprendido un montón de cosas, cometí un error, un solo error casi al final de la carrera que me ha costado mi primer punto”. Justo detrás de Alguersuari entró Pedro Martínez de la Rosa (12º), que con los neumáticos muy desgastados pensó en “no poder acabar la carrera”. Para otros la victoria consiste en acabar la carrera. Por eso la escudería Hispania Racing festejó que unos de sus pilotos, el indio Karun Chandhok Bruno Senna lo dejó en la cuarta vuelta–, acabase el GP de Australia, aunque fuese con cinco vueltas perdidas con respecto al ganador, Button. El triunfador en un GP de Australia. Su octava victoria es pura reivindicación.