Se despide abril tal como vino, con sus días de sol radiante que se alternaban con los de lluvias otoñales, y que nos ofrecían jornadas de calor que nos hacían recordar el verano o tardes de frío y viento que nos regresaban al invierno que ya creíamos olvidado. Un abril de cielos limpios que daban paso a cielos encapotados y grises, mes que lo mismo nos hacía exhibir la fe más exagerada por las calles o nos invitaba a encender de luces y jolgorio una feria entoldada de vanidades. Se va abril dejándonos momentos de serio trabajo compatibles con los de fiesta y diversión, sin apenas separación. Se despide el mes de la variabilidad como corresponde a la estación que representa, la inestable primavera. Bye, abril.