Enero se escapa, se fuga por las rendijas del año sin poder contenerlo, haciéndonos sentir el vértigo de unos días acelerados y de una vida que transcurre veloz, como los instantes felices apenas recordados. Fue ayer cuando comenzó el año y ya su primer escalón ha sido superado, justo cuando nos disponíamos acomodar nuestras existencias a un nuevo ciclo y volver a creer nuevas promesas para un futuro que nos arrolla sin darnos tiempo siquiera a despojarnos de las viejas querencias y acumuladas frustraciones. Enero vuela en el aire de lo fugaz para perderse tras el horizonte del olvido, llevándose consigo el vago recuerdo de lo que quisimos ser y abandonándonos en la melancolía de lo que fuimos. Enero se consume irremediable como las horas que restan para arrancar su hoja del calendario de nuestras vidas. Bye, enero.