(FLASHBACK DICIEMBRE 2010) Autor: Akiva Goldsman (Guión de la película "A beautiful mind" protagonizada por Russell Crowe) Claro que si. La actitud que se esconde tras la frase de hoy es la que creo que debe mantenerse siempre, ante quienes se burlan de aquellos que intentan obtener un resultado y fallan momentáneamente en su empeño.
Para algunas personas, muy exigentes con los demás y mucho menos consigo mismas, el error resulta simplemente inadmisible y fracasar, algo casi rayano en lo delictivo. Para ese tipo de gente hipócrita, digámoslo, y siempre dispuestos a perdonarse prontamente sus propios fallos, el hecho de que los demás no sean de natural certeros en todo lo que hacen, y a la primera, no demostraría otra cosa que su evidente falta de pericia o de profesionalidad. !Habría que verlos a ellos¡
Vamos a ver si somos capaces de poner las cosas en contexto. Lo primero es tener muy claro que uno se equivoca y que la incógnita reside simplemente en el cuándo cometerá el error. Nos equivocamos, si, y hay que asumirlo. Lo segundo a considerar, es que los errores son síntoma inequívoco de que se intentan hacer cosas. La parálisis no yerra jamás. Lo tercero, es que un error no incapacita a nadie para nada y sólo es consecuencia de una mala elección o de una mala decisión en un instante concreto. Se enmienda y se sigue. Y por último, y volviendo a la frase de cabecera, los errores que uno comete van descontando el tiempo que nos resta para lograr lo que pretendemos.
Seamos medianamente racionales y no nos dejemos arrastrar por los críticos exigentes, ni tampoco por el pánico al error. ¿Es tan deshonroso fallar alguna vez? Son muchas más las ocasiones en las que acertamos, que aquellas en las que fallamos y sin embargo, parece que las equivocaciones pesan más. ¿No deberían pesar al menos lo mismo?
Dicho esto, que quede claro que no estoy defendiendo los fallos producto de la desidia, la pereza, la negligencia o la irresponsabilidad, pero si estoy dispuesto a defender los fallos de cualquier persona, que aún empleándose a fondo por acertar, no lo logra y que lo vuelve a intentar y lo intentará, por amor propio, tantas veces como sea necesario hasta lograrlo.
Reflexión final: Intentemos ser de la pasta de los que se equivocan, porque nadie es infalible, pero que no se rinden hasta dar con el buen resultado.