Mágia, caballería, leyenda y humor. Una combinación que gracias a los Monty Python no nos resulta extraña. Nada que ver, por supuesto, con el grupo cómico británico, pero Caballeros, princesas y otras bestias dan un surtido distinto de risas medievales.
Todo viene detallado como un cuento de hadas: en una de sus cruzadas contra el malvado mago Leezar, el apuesto príncipe Fabious, heredero de la corona, conoce a una bella dama cautiva con la que se promete. Pero el día de la boda, el terrible mago aparece y la rapta. El valiente príncipe emprenderá una nueva cruzada para liberarla de las garras del malvado. Pero algo falla en esta ecuación: este príncipe no es el protagonista. En realidad el personaje principal es su hermano, un patoso, holgazán y malhumorado, que siempre evita las confrontaciones y prefiere quedarse en palacio persiguiendo a las mozas y disfrutando de los placeres de una vida acomodada.
Thadeous es el que se queda en el castillo mientras su hermano sale a buscar aventuras. Sin embargo, con el rapto de la prometida de su hermano, el rey amenaza a Thadeous con cortar por lo sano con su vida de placeres si no empieza a comportarse como un auténtico príncipe. Este, a regañadientes, se embarca en la gran aventura de su vida, donde se pondrán a prueba todas sus cualidades y sus defectos.
Como podéis imaginar, el príncipe protagonista es el toque humorístico de la película. Su tosco comportamiento y su soez vocabulario reconducen la senda de lo que sería una bonita historia para antes de acostarse. Pero a pesar de su cobardía y pocas ganas de enfrentarse al peligro, a menudo es un personaje crucial para rescatar a sus compañeros de fatigas.
Por supuesto el concepto de personaje cobarde que acaba siendo una pieza importante en la historia no es en absoluto novedoso, y menos en historias fantásticas como esta. El problema es cuando mezclamos un vocabulario arcaico medieval cuidado y respetuoso con expresiones peyorativas algo más modernas. Sí, justo es eso lo que da el toque de humor a la historia, y también lo que hace que la película pierda puntos. Y es que chirría mucho oír cosas como “mi bien aventurado caballero” junto a “joder” “me cago en...”.
La introducción de un personaje femenino como acompañante le hace ganar puntos, especialmente si se trata de un personaje guerrero al que se le menosprecia por su sexo. Y para ello, sólo hay una actriz que pueda encarnalo: Natalie Portman. Sólo ella, conocida por otros papeles similares como la Princesa Amidala en Star Wars o Evey Hammond en V de Vendetta, podría llevar la carga de tal papel y que pareciera creíble.
Caballeros, princesas y otras bestias es una aceptable película que se deja ver, aceptable y graciosa cuando no roza lo soez. Aparte de eso, los efectos especiales no la ensombrecen ni todo gira alrededor de los mismos como en otras producciones modernas. En este sentido, son necesarios para algunas criaturas fantásticas que no descuadran en la trama. Divertida de ver, pero no una obra maestra. Recomendada.