Hace un par de días me entretuve observando a una pequeña población de este caballito del diablo y su peculiar comportamiento. Los machos se agrupan en pequeñas colonias donde defienden un pequeño territorio, seleccionando dentro de él los mejores posaderos y expulsando a otros congéneres cuando lo sobrevuelan. La colonia donde fotografié a estos machos, de unos pocos metros cuadrados de extensión, agrupaba unos 7 ejemplares, y no detecté ninguna hembra.
Los caballitos del diablo se diferencian de sus parientes las libélulas básicamente por dos rasgos: el presentar las alas juntas en reposo y no separadas; y por el contrario tener los ojos en el rostro bien separados y no juntos. Son pequeñas joyas de nuestra naturaleza cada vez más escasas, ya que si bien otras especies pueden soportar pequeños grados de contaminación, Calopteryx virgo precisa de aguas limpias y bien oxigenadas. Los ejemplares adultos volarán hasta septiembre.