Caballo de batalla (2011), de steven spielberg. salvar al caballo joey.

Publicado el 16 febrero 2012 por Miguelmalaga

No entré muy esperanzado cuando entré a la sala para ver esta nueva recreación bélica de Steven Spielberg. El hecho de que la película estuviera basada en un libro juvenil me hacía sospechar que en esta ocasión el gran director estadounidense edulcoraría en demasía su mensaje, pero no imaginaba hasta que punto. "Caballo de batalla" es un film que quiere ser tan emocionante y desgarrador que al final acaba naufragando.
La película nos lleva a los bellos paisajes de la Inglaterra rural, donde Albert, un muchacho, entabla una relación muy especial con un caballo que ha comprado su padre, un bebedor compulsivo que combatió en las guerras imperiales británicas. A la llegada de la Primera Guerra Mundial, el caballo será adquirido por el ejército. Todavía en 1914 existía una concepción casi napoleónica de la guerra. De hecho, se pensaba que la contienda duraría pocas semanas y el caballo se concebía como el mejor medio de ataque rápido y contundente. En este sentido, la escena de la carga de caballería contra un nido de ametralladoras alemán resulta muy ilustrativa de lo que iba a convertirse la guerra a partir de entonces: las armas defensivas serían las predominantes y el frente apenas se movería en los siguentes años.
Cuando Albert acude a la llamada de la patria en las postrimerías de la guerra, el frente se ha convertido desde hace mucho tiempo en un dédalo de trincheras y alambre de espino jalonado de ratas y cadáveres, donde las bajas diarias se cuentan por miles y los soldados se enfrentan a armas tan crueles como los gases asfixiantes. Es en estas escenas, en el último tercio de la película, donde sale a ratos a relucir el mejor Spielberg, porque la historia de este caballo que enamora a todo el que se le acerca es bastante infumable. De hecho, en la primera parte de la película, la relación entre el muchacho y el caballo es tan aburrida y previsible que se me cerraban los ojos, algo que muy raramente me ha sucedido en una sala de cine. Ni siquiera los toques preciosistas a lo John Ford daban brío a una historia que sólo se levanta (aunque tampoco del todo) con la llegada de la contienda. Una oportunidad perdida de retratar una de las guerras más crueles de la historia.