Cerca de Muxía, constituye verdaderamente la parte más septentrional de Galicia, al menos más que Finisterre, que debería serlo. El faro es famoso y merece la pena visitarlo. La vista, desde lejos, ya traslada al viajero unas cuantas décadas atrás, en un paraje en el que el tiempo parece haberse detenido, con la inestimable ayuda del carácter gallego y las puestas de sol, en las que el astro rey se pierde en el horizonte del Atlántico. Algún día, Alejandro Pumarino volverá a intentar obtener una instantánea tan hermosa como la que ilustra nuestra entrada de hoy