No es humano, o algo así, le dije a Horacio. Lo de esperar cerca de un año no es humano, aunque tampoco lo sería si simplemente fueran no más de un par de meses. Ese problema que tenemos, el de volvernos más exigentes. O sea, la cosa va de unas iniciales, una doble W y de un tarro de cristal que contiene una tarántula. La WW está en una dedicatoria de un libro de poesía de Walt Whitman. Cuestión a la que cada uno puede otorgarle el simbolismo que crea necesario. Esos son los cabos sueltos, y creo que no estropeo a nadie la fiesta, de la primera serie (8 capítulos, a cual más brillante, que irán seguidos de otros 8) de la que será, lástima, la quinta y última temporada de ese artefacto demoledoramente perfecto llamado Breaking Bad. Que empezó como una especie de turbio viaje de mescalina; polvorienta, sucia y casi escatológica aventura de tintes tex-mex, hace ya cierto tiempo. De ahí mutó, y digo mutó porque eso fue exactamente lo que hizo: como un virus, en algún punto impreciso de la segunda temporada, especulo, y diría que sería gracias a guionistas con capacidad de adaptación fuera de lo común, pero puede que no, que todo estuviera maquiavélicamente planificado. En ese punto nos dimos cuenta que no estábamos ante un divertimento cruel y pasado de vueltas, o ante una metáfora del hombre intentando adelantarse a su destino más cruel y preavisado. No. Breaking Bad es más grande. Pero esto ya lo dije: no me obliguéis a buscar justo las palabras que usé. A partir de la tercera temporada (y no significa que hasta ahí no, pero ahí la cosa se desborda) cada capítulo es un despampanante ejemplo de maestría narrativa. Donde todo encaja y hasta la más absurda de las tomas de cámara cobra sentido. Walter sentado mirando una mosca posarse sobre un portalámparas. Walter calándose con pose algo desafiante el sombrero que lo convierte en Heisenberg, el alter-ego con el que parece que simplemente juguetea con el mundo y se reivindica en inteligencia y en astucia, que son sus respuestas a la constancia y a la paciencia, esas virtudes que no puede permitirse como prioridad. Sí: será que la serie se ha vuelto orgullosa de sí misma, al igual que su protagonista. Walter ya no traga saliva cuando habla con capos de la droga. Pues entonces la serie ya pierde esa condición de serie aspirante a. No: Breaking bad ya hace mucho tiempo que ha dejado de ser aspirante. Es una de las cinco mejores series, por lo menos, de los últimos 10 años. Lo cual es mucho decir, visto lo que ha llegado a salir. Pero dejémonos, mejor, de rankings y de clasificaciones que obligan a descartar y a seleccionar y a descabalgar del pódium a una para poner a otra. Como poco, la mejor de las series que no es de HBO. Pero ojito, HBO. El tiempo, decía miles de veces un periodista deportivo poco afín, pone las cosas en su sitio. Si vista hace apenas 24 horas esa sutil pero esplendorosa season finále ya mantengo este nivel de excitación, esperad esa eternidad a que sus productores nos van a condenar, salivad, preparad el festín y los pañuelos para despedirse.