Cacería humana en San Francisco - Jorge R. del Río

Publicado el 09 septiembre 2017 por Tomas
Mi historia no es breve, ni sencilla. Fui abducido siendo un niño, escogido por una secta ancestral dedicada al asesinato desde los tiempos de las primeras dinastías imperiales, entrenado para convertirme en uno de ellos. Muchos de los detalles de aquellos años —por efecto de las extrañas drogas que me hicieron consumir, o de las técnicas de hipnosis y lavado de cerebro de las que fui víctima— escapan por completo a mi memoria. De las monstruosidades que estando bajo su yugo cometí, muchas tampoco consigo recordar del todo, aunque siempre regresan a mí como pesadillas. Ahora soy un fugitivo de esta secta, de esta Orden cuyo nombre voy a ahorraros, pues es dicho que basta con conocerlo para convertirse en posible víctima. El brazo de la Orden llega lejos y sus ojos, todavía más, por lo que siempre debo permanecer alerta, listo para desaparecer. Como una sombra en la noche. Mi nombre es Damon Drake.

Con Cacería humana en San Francisco, Jorge del Río regresa a su tema preferido, las artes marciales, que ya había tratado en Muñecas para matar y Ninja. Si en las anteriores homenajeaba al cine de artes marciales de los años 90 y 80 respectivamente, ahora retrocede un poco más para rendir tributo a los cómics y el cine de artes marciales de los 70, en particular, como indica el propio autor en la dedicatoria, a la serie de Marvel Comics Master of Kung Fu, protagonizada por Shang-Chi, hijo del archivillano Fu Manchú y el mayor maestro de Kung Fu del mundo. 
Conviene recordar que los años 70 fueron la época en la que el mundo occidental descubrió el Kung Fu y se fascinó con él. Las películas de Bruce Lee, que llenaban los cines de barrio, y la serie de televisión Kung Fu, protagonizada por David Carradine, lograron que este arte marcial chino se instalase en el imaginario popular como el método de lucha definitivo e invencible. 
Fue como una fiebre del Kung Fu. Proliferaron los gimnasios y academias de artes marciales. Series de animación como Hong Kong Phoeey, canciones como Kung Fu Fighting de Carl Douglas, ediciones de cómics hongkoneses como Tigre Wong y Drunken Fist y estadounidenses como Deadly Hands of Kung Fu,  personajes de la Marvel como el citado Shang-Chi, Puño de Hierro o Wong (el sirviente del Doctor Extraño), otros de DC como Richard Dragon Kung-Fu Fighter y, sobre todo, una plétora de películas orientales que llegaban en tromba aprovechando el filón abierto por Bruce Lee, cuya muerte no fue un obstáculo para que la Golden Harvest y otras productoras afines crearan una brucexploitation con infinitos clones como Bruce Li, Bruce Le, Bruce Lai o Dragon Lee.

La popularidad del Kung Fu se mantuvo a lo largo de la década siguiente, favorecida por la industria del videojuego (Kung-Fu Master, Yie Ar Kung-Fu...) y por el mercado doméstico del VHS, atiborrando los estantes de los videoclubes con cintas de artes marciales en las que se iban incorporando nuevas temáticas (cómicas-acrobáticas y hasta infantiles, protagonizadas por niños) y en las ya despuntaban nuevos talentos del Kung Fu como Jackie Chan o Sammo Hung.
Poco a poco, las artes marciales se fueron incorporando a la cultura popular, y en series de televisión y películas de espionaje o policíacas se hizo habitual que los personajes tuviesen conocimientos de Judo, Karate y/o Kung-Fu, como las protagonistas de Los Ángeles de Charlie o los agentes y secuaces de la saga fílmica de James Bond. Este fenómeno tuvo su reflejo en la literatura pulp, combinando tramas de intriga con artes marciales, como en la popular colección española ¡Kiai!, por la que pasaron los autores más destacados de su editorial, Bruguera.
En este contexto se instala Cacería humana en San Francisco. Jorge del Río traslada la acción a la ciudad californiana, en el mismo lugar y la misma época en la que transcurren otras historias célebres como Chinatown, French Connection o la saga de Harry el Sucio, que aparece referido en esta novela como «Callahan, el lunático de la Magnum cuyos compañeros acaban todos muertos». Con una ambientación como la que parodia/homenajea el videoclip Sabotage de los Beastie Boys, Jorge del Río ofrece un thriller policial en el que las artes marciales tienen el papel principal de la trama.

Cacería humana en San Francisco viene con el subtítulo Serie Damon Drake - I, lo que significa que el autor tiene previsto continuar las aventuras del protagonista, que queda presentado en esta primera entrega junto a su escenario y a los personajes secundarios que le acompañarán en futuras entregas. Como indica la sinopsis, Damon Drake es un personaje misterioso, del que sólo se sabe que era hijo de un militar estadounidense, que fue secuestrado en en sudeste asiático por una secta llamada La Orden, en la que se convierte en un extraordinario artista marcial, y en la que sufre un tratamiento mental que le provoca una amnesia casi total sobre los años allí transcurridos. A lo largo de la novela recibiremos pequeñísimas dosis de información sobre el pasado de Drake: un recuerdo en el capítulo IV, en forma de frase textual de uno de sus maestros, y un villano a través del que conocemos el apelativo que Drake recibía en La Orden: Serpiente Pálida. Probablemente el autor vaya desvelando más datos en las sucesivas novelas de la serie.
La trama de la novela, ambientada en 1977, juega con dos ideas atractivas: una, la todavía muy reciente Guerra del Vietnam, una herida aún fresca en la sociedad estadounidense. La otra, la nutrida comunidad asiática de San Francisco, concentrada en la siempre fascinante Chinatown, lugar que Jorge del Río convierte en hogar de Damon Drake, el único occidental admitido como miembro de pleno derecho y con acceso a todo sus secretos y misterios, incluso al hombre que controla cada movimiento del barrio y al que no se le escapa nada de lo que ocurre en sus dominios: el anciano tío Wong.

La San Francisco de esta novela es muy diferente a la actual, una ciudad gentrificada en la que Chinatown es una atracción turística más. Jorge del Río muestra una ciudad sórdida, de bajos fondos en los que la Policía se juega la vida y en los cualquiera puede aparecer muerto en un callejón, como de hecho ocurre con varios personajes de la obra. Como siempre, el autor juega con tópicos y lugares comunes, retratando a tipos que conocemos de películas y series policíacas: la pareja de detectives opuestos, el capitán de Policía de origen irlandés y siempre malhumorado (aquí el capitán Mac Allister, que seguramente vuelva a aparecer en la saga); el forense, los confidentes... personajes fácilmente identificables y que uno espera encontrar en historias de este tipo.
Como thriller, la novela transcurre a un ritmo narrativo elevado y resulta ligera, a lo que ayuda su escasa extensión. Está presente el sello habitual de Jorge del Río, que es el realismo y el grafismo de las escenas de lucha, con descripciones muy visuales de los golpes y los movimientos, con la intención además de que sean verosímiles. Incluye escenas vibrantes de combates en estrechos apartamentos de Chinatown, incursiones en mansiones protegidas por un ejército de guardias e huidas a través de ventanas y escaleras de incendios.
Siendo un producto pulp, no faltan escenas explícitas de torturas y algún brochazo de erotismo, que llegan a ir de la mano en algún momento. En conjunto es una novela violenta, pero sin recrearse en exceso en lo escabroso.

Ilustración interior


El volumen está ilustrado de forma sencilla pero efectiva, con una línea muy zen: ilustraciones en blanco y negro de líneas puras. Nubecillas de inspiración oriental para separar los subcapítulos, letras capitales de aspecto chino para comenzar los capítulos, siluetas de luchadores haciendo movimientos de artes marciales, tigres y dragones bellamente trazados, y una ilustración a página completa con pie de imagen al viejo estilo de las novelas de aventuras. Todas las imágenes son obra de Damián Trevo Medra y el responsable del diseño interior es Jorge Morón.
Jorge del Río ha definido un personaje sugerente: enigmático, circunspecto, retraído, con un aspecto exterior que no revela toda su letalidad y con una pasado oscuro para ir desvelando poco a poco, pues puede ofrecer muchas historias futuras y villanos a los que enfrentar a Damon Drake y, con toda probabilidad, a la detective de homicidios Heather Wyatt y a Kam, el golfillo buscavidas de Chinatown que sirve a Drake de confidente y recadero -y al autor de donaire-.
En resumen, la combinación de artes marciales y de un trama de intriga-policíaca es un conseguido homenaje a la cultura popular de los años 70, y Cacería humana en San Francisco supone un retorno a una época en la el cine, la tv y los bolsilibros ofrecían buenas historias de artes marciales con las que distraerse y divertirse sin más pretensiones, y en la que era raro el dormitorio de un joven que no estuviese adornado con un póster de Bruce Lee.

DÓNDE CONSEGUIRLO:

Cacería humana en San Francisco puede comprarse en Amazon, en papel por 5,03 euros y en papel por 1,70€.

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