Perdóneme señor, pero su atrevimiento se me antoja mayúsculo, aún debemos ser presentados formalmente y ya me pide sacrificios y sumisión. Sí, es cierto que padecí alguna relación rayando el masoquismo ¿y quién no?, pero al menos me encapriché de sensualidad, amabilidad o inteligencia… Sinceramente: he escuchado ciertos rumores acerca de sus devaneos e inconstancia. ¿Cuáles son realmente sus intenciones? ¿Puedo confiar en usted?
Lamento poner en duda su palabra, pero sigo esperando buenos modales, gestos de cariño, algún pequeño detalle… o al menos que se comporte cívicamente y no destroce mi jardín. Permítame que dude de este matrimonio de conveniencia; lo cierto es que por más que busco los beneficios de este vínculo de por vida, sólo veo inconvenientes, muy a mi pesar. Han llegado mensajes de malas lenguas diciendo que, además, usted (que nunca da la cara) necesita “creer en mí”, algo que, como humano de carne y hueso, me ofende profundamente. Ha tenido la oportunidad de preocuparse por mi vida cientos de veces, de ponerme rostro y averiguar qué persona se encontraba tras el DNI. Además de convertir mi realidad en mitología, últimamente destroza vidas, humanas o no, y me abandona antes de conocerme. “Son cosas de números”, dice usted, con malicia.
Señor, sepa la verdad sin más dilación: no le amo, de hecho, le detesto. Es usted el que carece de cuerpo y cara, el que toma las de Villadiego a conveniencia. Ha desaparecido cuando más le necesitaba, y me ha presionado para arrebatarme la felicidad. Debo decirle, disculpe mi atrevimiento, que es la peor relación que he tenido en mi vida, por eso le digo que me olvide, señor Mercado. Tengo que aceptarle por imposición político-divina, pero haré todo lo posible para ignorarle y que no me arruine la existencia en su búsqueda de beneficio. Usted quédese en su casa y yo en la mía; cada cosa en su sitio.
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Intentemos que nuestro mundo no sufra mas nuestros errores…
El objetivo es conseguir un millón de firmas de personas de todo el mundo para solicitar a la Organización de las Naciones Unidas que declare el Ártico patrimonio de la Humanidad libre de la explotación industrial.”