Estamos cansados. Hemos dormido poco. Hemos dormido mal. No hace falta que lo hagamos. Es más, ¿para qué lo hacemos? ¿Acaso nos encontramos mejor luego? No, claro que no. Estamos aliviadas pero no estamos mejor. Porque cuando estamos mejor es ahora, arrebujadas bajo el edredón, mirando por la ventana, dejando pasar los minutos y elucubrando, como todo el mundo, sobre la injusticia de la existencia que no nos concede un Euromillones para no tener que levantarnos. Además, yo creo que nos duele un poco el brazo, un poco más que ayer. Hay que hacer caso a los que dicen que escuches a tu cuerpo y que si te lesionas, eso es un aviso y debes dejar que descanse. Soy un poco tu cuerpo y te lo digo: descansemos por hoy. Además, hoy tenemos una reunión pronto y tenemos que desayunar y ducharnos y vestirnos y recoger todo y yo creo que ya se nos ha hecho tarde y para hacerlo mal, no lo hacemos. ¿Qué tal si hoy nos lo saltamos y mañana le dedicamos el doble de tiempo? Además, llevamos una racha de cuatro días seguidos, yo creo que podemos descansar hoy, nos lo merecemos. Uy, y mañana, ahora que lo pienso, porque mañana tenemos una reunión aún más temprano y claro madrugar aún más para esto, nos convertiría en esa gente que despreciamos profundamente. Además de todo, ¿que resultados estamos viendo? Ninguno. Bueno, a lo mejor alguno, pequeño, casi insignificante y ni de coña a la altura del esfuerzo que realizamos cada día. Con el esfuerzo que realizamos (casi) cada día desde hace más de un año la recompensa debería ser mucho mayor, debería ser enorme, gigantesca, espectacular. Y nada. ¿Qué hora es? Las 6:58, yo creo que ya nada, estamos apurando la ventana de oportunidad. Total, para no hacerlo bien, lo dejamos. No pasa nada. Da exactamente igual. Y si no lo vamos a hacer, pues podemos vaguear en la cama hasta las 7:15 y nos lo merecemos porque ayer fue un día agotador, nos acostamos tardísimo y hemos dormido regular, no lo olvidemos. Si no descansamos estaremos irritables todo el día y será peor. El cuerpo es sabio, yo soy sabio y te digo que lo dejemos por hoy, que no pasa nada, que da igual.
«Ya verás como una vez que cojas el hábito de levantarte por la mañana a hacer ejercicio temprano, no te cuesta nada. Lo harás con ganas»
JaJaJa
Cada mañana, todas y cada una de ellas, la misma batalla mental, el mismo proceso agotador para autoconvencerme de las maravillas del ejercicio. Alguien tiene, por ahí, las endorfinas que me corresponden.
Al final me levanto, odiando el mundo y el deporte y con el único objetivo vital de terminar con la tortura y llegar a las tostadas. Odio el deporte.