AVISO: Aunque sea una continuación, en esta mini-reseña NO HAY SPOILERS
Esta es una reseña que no pensaba hacer. Por eso no contiene siquiera el argumento del libro. ¿Por qué? Pues porque es la continuación de Contra el viento del norte, una pequeña novela de estilo epistolar que leí el año pasado y me gustó mucho. Pero mucho, mucho. Así que estoy lo voy a hacer sencillo: aunque no hayáis leído la novela, o estéis en ello, esta es una opinión que se puede leer sin saltarse líneas, porque será corta y directa. Sin spoilers.
La semana pasada lo comentaba con una amiga, y justo unos días después Lady Boheme, de Leo luego existo, hablaba en Twitter de que estaba leyendo la primera parte. Este post va por ellas dos, una que lo ha leído y se ha sentido decepcionada, y la otra que no seguramente no lo hará.
Si habéis leído Contra el viento del norte, sabréis que el final es como es. A unos gusta, y a otros no. A mí personalmente, aunque querría otra cosa para los protagonistas, me parece un buen final. Cerrado, emotivo y realista. Pero claro… como todos los autores cuando escriben un best-seller, habrá sentido la presión de los lectores para que les contara algo más sobre Emmi y Leo, dos personajes que pueden llegar a enamorar.
ERROR. Cuando algo se hace bien es mejor dejarlo quieto, porque se corre el riesgo de estropearlo. Para mi gusto, la historia estaba bien como estaba. Lo que ha conseguido es alargar algo que no daba más de sí hasta que finalmente cedió. El resultado: una novela muy parecida, repetitiva y un poco edulcorada de más.
Quizá no sea tan evidente si dejas pasar un poco de tiempo entre una y otra. Pero en mi caso, que fueron apenas 15 minutos de descanso, se notó y mucho. Los diálogos que en la primera parte me parecieron inteligentes y chispeantes, cayeron en lo anodino y reiterativo. Además, ciertos comportamientos (sobre todo de Emmi) me hicieron detestarla un poquito.
Y cuando terminé la historia, esta vez cerrada de forma definitiva, me había quitado el buen sabor de boca que me dejó su precedente. Me arrepiento de haber caído en la tentación de seguir la historia, cuando ya me había avisado de lo que podía pasar. Claro que el que avisa no es traidor.
Seguramente vais a sentir (o habéis sentido) la tentación de lanzaros a por Cada siete olas. Y quizá hayáis salido (o saldréis) escaldados de ella… o igual no. Esta es mi opinión personal, y evidentemente mi recomendación es dejar la historia donde debería haber terminado. Si sois pastelosos, a lo mejor os gusta esta segunda parte. Aunque de todas formas no se tarda demasiado en su lectura, y si no os agrada del todo, al menos no habréis perdido demasiado tiempo en ella.