Cada siete olas - Daniel Glattauer

Publicado el 26 septiembre 2011 por Rusta @RustaDevoradora

Editorial: Alfaguara
Páginas: 280
ISBN: 9788420406398
Precio: 17,50€

Contra el viento del norte fue una de las historias que más disfruté este verano. En ella conocí a Emmi y Leo, dos personajes que empiezan una correspondencia por correo electrónico a partir de un mensaje enviado a un destinatario erróneo. Viven en la misma ciudad, pero no se conocen en persona. El juego inocente en apariencia de intercambiar comentarios a través de la red va a más y ambos se enganchan a esa persona que les espera en la bandeja de entrada. Toda una historia de amor con la que los internautas nos podemos identificar (o, al menos, comprender).
Esta novela me llegó muy adentró, me obsesionó mientras duró la lectura y me hizo reflexionar acerca de lo poco que conocemos en realidad a aquellos colegas de Internet con los que compartimos aficiones. Porque podemos saber cosas sobre sus gustos, pero ¿qué hay del lenguaje no verbal y los numerosos equívocos que se pueden producir por una mala interpretación de un escrito? Daniel Glattauer retrató la situación con destreza y grandes dosis de realismo, sin caer en lo ñoño y fácil. Mis sensaciones fueron tan positivas que a los pocos días de terminarlo me lancé a por la segunda parte, Cada siete olas, de la que había leído opiniones tan o más positivas que las del libro anterior.

Cada siete olas

Aviso:

No voy a revelar spoilers de Contra el viento del norte, pero, dado lo fácil que resulta deducir a qué me refiero, os aconsejo que si aún no habéis leído el primer libro (y tenéis la intención de hacerlo) paséis directamente a la conclusión para no sospechar nada.

En Contra el viento del norte quedó algo pendiente entre Emmi y Leo y Cada siete olas les da la oportunidad de llevarlo a cabo. Sin embargo, ha pasado casi un año desde su último contacto y las cosas no son como antes para ninguno de los dos: Leo ha conocido a una chica en Boston y tiene la intención de ir en serio con ella; Emmi, por su parte, sigue adelante con ese falso matrimonio feliz que cada día cojea por más lados. De todas formas, en un aspecto han avanzado: hay confianza y los dos intercambian mensajes sobre su vida personal con más facilidad, sin ese empeño en ocultarla que tenían en el primer libro. En esas circunstancias, se atreven a dar el gran paso… y no solo una vez.

Al igual que en la novela anterior, el título hace una metáfora relacionada con la historia. Hay una teoría que dice que las seis primeras olas del mar llegan tranquilas, iguales e inalterables; ahora bien, a veces la séptima rompe y lo cambia todo. De nuevo, lo considero un título un poco forzado, preferiría algo que reflejara el contenido de correos electrónicos que hay en el interior (desde mi punto de vista, el rasgo más característico de estos dos libros).

Estilo

De nuevo, el texto está formado íntegramente por mensajes de correo electrónico. Es el distintivo de esta pequeña serie, el toque original del autor. No obstante, en esta ocasión no puedo alabarlo tanto como en Contra el viento del norte: como Emmi y Leo se conocen más, sus comentarios son más largos y sentimentales, con lo que engancha menos e incluso se me ha hecho pesado en algunos momentos. Además, al contarse tantas cosas sin rodeos, la gracia de leer entre líneas e intentar adivinar qué se trae cada uno disminuye. Hay menos emoción, me parece un libro más fácil (en todos los sentidos) que el primero. Aun así, no se puede negar que Daniel Glattauer escribe bien y, aunque la evolución de la trama no me haya convencido del todo, sus palabras están escogidas con el mismo buen gusto que en su gran éxito.

Impresiones

Si tuviera que definir el libro con una palabra, escogería decepcionante. Supongo que las expectativas tras leer Contra el viento del norte han influido, pero aun así creo que cada novela refleja unas formas de pensar distintas, unos gustos que chocan. Sé que lo que digo es mera palabrería porque hay muchos lectores que han disfrutado por igual de las dos novelas; sin embargo, no me puedo quitar de encima la sensación de que, más que una continuación, parece un desenlace alternativo, hecho exclusivamente para contentar a los lectores que no quedaron satisfechos con el final de Contra el viento del norte. No voy mal encaminada: el propio Daniel Glattauer ha reconocido que no tenía previsto seguir con la historia de Emmi y Leo y escribió Cada siete olas a raíz de los mensajes que le enviaban los lectores. Si os fijáis, los dos libros se publicaron en alemán con tres años de diferencia: de ser una segunda parte planificada, no habría tardado tanto en ver la luz.

Pero empecemos por lo bueno, que esas más de doscientas páginas dan para algo más que esa controvertida resolución. La ventaja de cualquier serie de libros (planeada o no, ahora dejemos el tema) es que a medida que avanza conocemos mejor a los personajes. En efecto, el autor se explaya a la hora de retratar su psicología y nos encontramos con Emmi y Leo un poco cambiados: ella empieza al borde de un ataque de nervios (y no es para menos), pero se va calmando poco a poco; él sigue correcto, comedido en sus palabras, solo se deja llevar cuando toma sus copitas de vino (qué cansada he acabado de este recurso, por cierto). En ese sentido, el libro es más intenso, no pasamos por la fase de la primera toma de contacto y desde el principio volvemos a sentir la tensión que impregnaba las últimas páginas de Contra el viento del norte.

Y sin embargo, no es lo mismo. El problema no es el hecho de retomar la relación un año después (me creo que los sentimientos pueden seguir vivos aunque no se hayan escrito durante este tiempo), sino el modo en que lo hacen. Ahora Emmi y Leo se lo explican todo, se pierde el juego de leer entre líneas que tanta vidilla daba en la primera parte. Se siguen enviando mensajes, se desahogan el uno con el otro con plena confianza… Ya no es una relación entre dos desconocidos. No negaré que probablemente este avance sea el más creíble, pero me apena que se pierda el encanto que desprendía Contra el viento del norte.

El otro inconveniente de Cada siete olas se relaciona directamente con el punto que acabo de comentar: la situación recreada no se identifica tanto con la realidad del lector (recordemos que la de Contra el viento del norte era más común: dos personas se conocen por Internet y se hacen gracia aunque saben que hay muchos obstáculos por el camino), ya no nos hace pensar en las particularidades de relacionarse con gente a través de este medio. Lo de ahora no es que sea inverosímil, sino que se trata de una historia más convencional, por mucho que esté contada mediante e-mails. En eso no negaré que Daniel Glattauer es un maestro: refleja varios problemas típicos de las relaciones de pareja a la perfección. Por un lado, el matrimonio que hace aguas; por el otro, las fases y las dificultades de una relación a distancia, entre otros temas que no quiero revelar. Si solo valorara el terreno sentimental, se llevaría un diez.

También he apreciado que, entre copas de vino y consejos de la terapeuta, la historia se alarga demasiado. Si el autor hubiera previsto este final desde el principio, estoy segura de que habría podido unirlo a la primera parte y restar páginas a esta segunda (una prueba más de que Cada siete olas es una continuación escrita para aprovechar el tirón). Es una auténtica lástima que este libro cojee en tantos puntos, uno de los grandes atractivos de Contra el viento del norte precisamente consistía en ese lenguaje rápido y directo que se leía con suma facilidad. Aquí, los fragmentos más sentimentaloides se me han hecho cuesta arriba.

A pesar de todo, lo que marca de verdad si el libro te ha convencido es su final. O te gusta o no te gusta nada. En mi opinión de Contra el viento del norte os dije que no podía opinar sobre el desenlace porque lo leí con la seguridad de que había una segunda entrega y aquello no iba a acabar así, por lo que no era capaz de juzgarlo. Ahora rectifico: si valoro cada libro por separado, me quedo sin lugar a dudas con el primero y su desenlace, mucho más impactante y redondo. Si no fuera por las críticas que dicen lo contrario, me atrevería a aventurar que si te gustó el final de Contra el viento del norte, no te gustará el de Cada siete olas, y viceversa. Es aquello de las diferentes formas de ver la vida que os comentaba unos párrafos más arriba.

Conclusión

Cuando terminé Contra el viento del norte pensé que esta continuación era necesaria, que la relación de Emmi y Leo podía dar más sin forzar las cosas. Sin embargo, en estos momentos tengo la certeza de que el primer libro me habría llegado mucho más de no haber conocido la existencia de esta segunda parte (o final alternativo, como prefiero llamarla yo). El autor alarga la historia de una manera que rompe con el encanto que desprendía antes: los correos electrónicos son el mero hilo para seguir, la red en sí no tiene tanto significado; los diálogos se vuelven sentimentales y recargados, tienen menos agudeza que antes; el tema amoroso se plantea de una manera mucho más corriente. Se han satisfecho los deseos de un sector de lectores a cambio de sacrificar la esencia moderna y fresca que lo caracterizaba, así es como lo veo yo.
Enlaces de interés:
Web de Daniel Glattauer
Mi valoración: 6/10