Caes, te levantas, y te conviertes en el símbolo de todo un país

Publicado el 22 mayo 2014 por Davidmaldini @ConDdeDeporte

Se va, esta vez sí. Jonny lo confirma y tendremos que creerle. Le quedan dos partidos, y qué dos partidos: el primero frente a Sarracens en la final de la Heineken Cup y otro más frente al duro Castres con el Campeonato de Francia en juego. Y ¿después? Después aguarda el punto y final de uno de los jugadores más importantes de la historia del rugby, si no el que más con permiso siempre del todopoderoso Jonah Lomu que unos años antes que Wilkinson ya protagonizaba hasta portadas de videojuegos, algo inaudito en el deporte oval.

Se marcha. Lo dejará por la puerta grande, se lo ha ganado y nadie se lo va a quitar. Desde la gloria del drop más importante de su vida en la final del Mundial de 2003 hasta las catacumbas emocionales de cuatro años de lesiones y autoinculpación por ello para incluso después volver por la puerta grande con un Seis Naciones, aunque fuese ya desde el banquillo. Cuando se marche, se irá con él uno de los pocos nexos de unión entre el antiguo rugby amateur y el actual rugby profesional, pareciéndose mucho más a este último gracias a su espectacular y metódica preparación personal, principalmente de su técnica de disparo.

Cuesta creer que con la serenidad, respeto y liderazgo que emana en el césped, hubiera podido ser un chaval inexperto o superado por la realidad en algún momento. Si después de irse a dormir el 6 de junio de 1998 le hubiesen dicho lo grande que iba a ser su carrera deportiva, seguramente le habría costado contenerse más que aguantar un placaje en los riñones, y contestar educádamente que no. ¿La razón? Sólo era un chico de diecinueve años recién cumplidos y… acababa de debutar como titular en la Selección inglesa, el XV de la Rosa. Ya había debutado como tal meses antes, en el V Naciones frente a Irlanda siendo el jugador más joven de la historia de Inglaterra en hacerlo. Pero ese día, justo ese día había debutado como titular. ¿El resultado? Inglaterra acababa de encajar la peor derrota de su historia frente a Australia por un increíble resultado de 76-0. Y lo peor de todo, lo había hecho con Jonny Wilkinson como apertura, siendo la manija del equipo, el jugador que debía transitar el oval entre los gordos de la delantera y los zagueros.

Sólo veinte minutos les duró el combustible. Frente a los experimentados George Gregan, Stephen Larkham, John Eales y compañía, los ingleses, con un grupo lleno de debutantes y muchas bajas no fueron rival. Wilkinson no fue capaz siquiera de anotar dos golpes de castigo relativamente sencillos. La pesadilla duró ochenta minutos y un total de once ensayos.

La cosa no terminó ahí, Inglaterra se encontraba en el Hemisferio Sur en una de las clásicas giras de verano. La primera parada había sido la Cook Cup en Brisbane de la ya comentada debacle. A ella le siguieron otras seis derrotas, alguna sonrojante también como la encajada frente a Nueva Zelanda (64-22). Los ingleses denominaron aquella gira, y no sin razón, “The Tour of Hell”.

Pero Jonny Wilkinson no se arrugó lo más mínimo. Steve Bates, su mentor, le había conseguido previamente un contrato profesional con los Newcastle Falcons en donde no dejaría de crecer de forma exponencial. Tanto que sólo cinco años después, no muy lejos de Brisbane, en el corazón de Sidney, levantaba la mirada al cielo frente a algunos de los jugadores que le habían herido el orgullo entonces y lanzaba el drop de la historia de Inglaterra, a pierna cambiada en un impresionante gesto técnico. Se convertía así en Campeón del Mundo frente a Australia y en un referente mundial del rugby, del que todavía no ha dejado de serlo.

Un lustro antes sólo era un chaval con mucha proyección y superado por una situación que tampoco era culpa suya (Como diría la BBC entonces: But it was boys against men”). Un lustro después era el jugador de rugby más reconocido del planeta y el símbolo de todo un país. Y dieciséis años después, ese mismo Jonny dice basta. Tal vez sus métodos de entrenamiento sean los mismos, tal vez incluso su mentalidad competitiva haya aguantado indemne después de todo este tiempo y tantos altibajos. Pero no su físico “A todo el mundo le gustaría seguir jugando para siempre, pero cuando miras a los jugadores que corren a tu lado, y contra ti, te das cuenta de que, al final, el rugby es un deporte hecho para los jóvenes; para aquéllos que tienen el futuro por delante y no por detrás”.

Que así sea.Su legado y su contribución al deporte oval ya es imborrable. Ciao Jonny Wilkinson.

DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ