La instantánea fue tomada de “Gijón en el Recuerdo” y recoge la imagen del antiguo Café Begoña -efectivamente, antes se llamaba La Aurora- moribundo, después de que Galache cerrase para siempre las dos puertas del establecimiento, visibles aún en la fotografía. Al lado había una tienda de ultramarinos regentada por una señora más entrada en carnes que en años, y cuyo marido, conductor de profesión, departía en el establecimiento con los parroquianos de la “Peña Ambulante” que jugaban al tute, al “subastao” y al ajedrez; el tiempo quiso que solo uno de los tres juegos de mesa sobreviviese con cierta popularidad a día de hoy. La superficie de las mesas era de mármol y yo aprendí las reglas básicas del ajedrez bajo la batuta de D. Fernando, a la sazón propietario del Café Alcázar, ubicado exactamente donde trabajo a día de hoy. Me gané algún cachete, cuando todavía no eran delito, por torear los escasos automóviles que circulaban por el Paseo de Begoña a finales de los años sesenta, y eso me hace sentir todavía más viejo de lo que las arrugas recientes me recuerdan. Escasas son las imágenes de aquel café y aquellos años, en los que el Dindurra gozaba -y goza- de mucha más popularidad y ni siquiera quien suscribe guarda ninguna de aquel chiquillo que correteaba entre la parada de taxis y los juegos infantiles de los jardines.