El Modernismo es uno de los signos de identidad de Catalunya, con más concentración en Barcelona. El conocido Hospital de Sant Pau abrió sus puertas hace un poco más de año después de 4 de trabajos de recuperación y restauración enseñando así una parte de este magnífico recinto lo más parecida posible a la forma concebida hace más de un siglo por Lluís Domènch i Montaner, quién recibió el encargo de ampliar el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau para cubrir la demanda del gran aumento demográfico de Barcelona. Seguramente no pensó en lo que hoy supone para la ciudad.
Hay varios paquetes para la visita: visita libre (8 Euros) o visita guiada (14 Euros). Cada una con su ventaja, una te permite ir a tu ritmo pero posiblemente te perderás curiosidades e información que sabrás solo si escoges la guiada. La visita vale mucho la pena, el complejo es una maravilla formado por salas, columnas, puertas, ventanales, esculturas… Más sobrio que “La Pedrera” pero no por ello menos interesante.
Dentro del recinto, Grupo Sagardi ha querido participar de este proyecto ofreciendo visitas gastronómicas mediante su Café Modernista 1902. Una oferta basada en una cocina tradicional con varias opciones: desayuno, vermut, Brunch, meriendas. El planteamiento de Café 1902 es que el visitante culmine la visita con algo más de cultura, en este caso, culinaria.
Fiel a la contundencia que lo define, se compone de una Ensalada César, Huevos Estrellados con Jamón Ibérico y Yogur Artesano con Frutos de la Pasión y Miel. La bebida, tratándose de vino, escogida entre un Empordà o un Rioja. Todo un menú de primero, segundo y postre.
Una opción intermedia es la degustación de quesos y vinos, para los que sean “cheeselovers”. Una selección de quesos artesanos de vaca, cabra y oveja acompañados con dulce de membrillo y confitura de naranja para maridar con vino blanco Empordà-Costa Brava, tinto D.O. Catalunya y cava D.O. Costers del Segre.
La elección de los vinos y los platos escogidos denota que quieren mantener la cocina tradicional catalana, adaptándola sin perder en exceso su esencia. Vale que hay un Brunch, pero por lo menos de momento, no incluye Carrot Cake. Y aunque haya Rioja, los vinos son en su mayoría catalanes. Se percibe esa apuesta por el producto y la cocina tradicional catalana. Buena señal que esperamos que permanezca en el tiempo.
Hagamos la visita turística, que luego nos vamos de vacaciones a cualquier sitio y nos volvemos locos visitándolo todo, dejándo olvidado lo que hay en casa. Y lo mismo con la comida, que buscamos el “cake” más con más fondant posible en vez de comernos unos garbanzos con “cap i pota”. Y no me mal interpretéis, que todo cabe, pero como siempre digo, busquemos el equilibrio y convivamos, pero no nos dejemos invadir.