Nos gusta Madrid. Nos gusta desde siempre, porque lo hemos recorrido olisqueando sus aceras a ras de suelo desde mucho antes de aprender a andar. Porque a partir de estas fechas, aquí el cielo es más azul que en ninguna parte y el frío es más llevadero en uno de sus muchos días de sol. Nos gusta Madrid y nos gustan sus bares de barrio, porque nuestros pies acumulan muchas horas de juego con un remolino de cabezas de gambas, huesos de aceituna, servilletas y palillos entre ruido de vasos y rumor de cañas bien tiradas.
Teníamos muchas ganas de meternos en faena con uno de esos lugares que nos hacen retroceder a los días en los que no existían las preocupaciones. Entre tanto sitio nuevo de colores pastel (ojo, que también nos gustan), teníamos guardado en la recámara un bar de los de siempre, el nuevo Café Pavón.
Tras el cierre del teatro Pavón y de su cafetería, Jorge Rueda se queda sin su “bar de abajo”. Cada vez que quería juntarse con más de 6 amigos, terminan en casa de alguno de ellos, porque encontrar en Lavapiés un sitio en el que quepan todos es casi misión imposible.
Por aquel entonces, Jorge tocaba (y lo sigue haciendo) en la banda The Class con su amigo José María Oliver (La Bicicleta Café, Hattori Hanzo, la Tapería), y no hacían más que darle vueltas a la idea de montar su propio garito. El Pavón llevaba un año cerrado y al dueño le cayeron en gracia. En julio de 2015, levantaron el cierre del nuevo Café Pavón tras una importante reforma que respetó las señas de identidad del café, como la imponente barra de zinc, y que descubrió joyas como el artesonado del techo, que data de 1924 y llevaba años dormido tras la escayola. El resultado: un bar de los de siempre con mucha mejor cara, unas amplias cristaleras decoradas, sus mesas de madera, sus lámparas de globo y un marcado acento art decó.
Jorge, fundador de la asociación cultural la Casa de los Jacintos y de la compañía Impro Madrid, nos cuenta que están muy contentos con la marcha del café: “nos ha ayudado mucho la acogida del barrio al proyecto. Hasta las vecinas nos trajeron mantones para decorar el bar. Nuestra idea siempre fue reabrirlo por y para la gente de aquí, y creo que eso se nota bastante en el público que tenemos a diario”. “Este es un bar en el que desayunar hasta las doce y media, tomar el aperitivo, comer hasta las cinco de la tarde, hacer la pausa del café o tomar unas cañas con tu gente después de trabajar”, continúa Jorge. Su conexión con el mundo del teatro y la cultura ha hecho que los fines de semana ese público del barrio se mezcle con caras conocidas, y su proximidad con el Rastro que los domingos no quepa un alfiler.
Para sus vecinos de local, los valientes que han reabierto el Teatro Pavón para reconvertirlo en El Pavón Teatro Kamikaze, solo tienen buenas palabras: “El Kamikaze es la bomba, lo mejor que podía pasarle al barrio. Nos ayudamos mucho mutuamente y colaboramos a menudo con ellos, es como si nos conociésemos de toda la vida”, nos cuenta Jorge. Tan bonito nos lo pintó que nos entraron ganas de comprobarlo en persona. Hasta entonces, larga vida a los bares de barrio.
Los datos. Café Pavón. Calle Embajadores, 9. Horario: de Lunes a domingo de 9 a 2.. Precio medio: 10 euros. Más información en su Facebook.
*Fotos de Álvaro de la Fuente