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Ya en los últimos años de la carrera de biología, había una asignatura obligatoria que se llama Fisiología Animal. Se trataba de saber cómo funcionan por dentro los animales. En la asignatura se incluían unas prácticas con animales. Me negué a hacerlas. Vamos, matizo, eran opcionales si querías podías renunciar a ellas, y para ello bastaba con rellenar un papelito solicitándolo.
Este protocolo se estableció así en mi universidad supongo que porque en biológicas, como es normal hasta cierto punto, hay una gran simpatía por las organizaciones que defienden los derechos de los animales, si es que algo así se puede definir. En mi caso, mi renuncia a hacer estas prácticas tuvo un origen mucho más práctico. Yo, a esas alturas de la carrera, tenía muy claro que no me iba a dedicar a la ciencia experimental con bichos, y hacer estas prácticas me resultaba una considerable pérdida de tiempo. A las que no renuncié fue a unas que se hacían con ratones en primero de carrera, y debo decir que sí me resultaron interesantes.
Estudiar biología y no asumir que la experimentación animal es imprescindible es como estudiar estudiar medicina y que tus creencias te impidan ver un cuerpo desnudo.
Esta reflexión me ha venido a la cabeza, a raíz de un editorial de Nature en el que se ponía de manifiesto un caso, muy alarmante, relacionado con la experimentación animal. Parece ser, que debido a la presión de varios grupos que defienden los derechos de los animales, se ha ¿conseguido? que varias compañías aéreas se nieguen a transportar animales destinados a la experimentación en sus aviones.
La primera pregunta que se me viene a la cabeza es, ¿alguno de los que han logrado que se apruebe esta medida tiene algún familiar con Alzheimer, Diabetes, o cualquier enfermedad rara que afectan, solo en España, a más de 3 millones de personas? Lo dudo, lo dudo mucho.
Defiendo como el que más el medio ambiente, pero como un todo. Defender a un bicho en concreto es científicamente absurdo si no se tiene en cuenta el entorno en el que vive.
El tremendo problema que tienen muchas enfermedades raras es precisamente que son raras. Esto quiere decir que apenas hay 4 casos en todo el Mundo o en un país. Cuando se está investigando sobre ellas, muy poco se puede hacer con los pacientes. La ciencia necesita de las matemáticas para poder probar o refutar hipótesis, y hay un número mínimo de muestras que son necesarias, para que, por ejemplo, podamos comprobar si un medicamento contra una enfermedad rara, va a hacer más daño que bien.
En estos casos, la experimentación con animales se convierte en algo básico e imprescindible. De esta forma, podemos tener a cientos de ratones con los que conseguir esta muestra, y por tanto, podemos suponer que algunos tratamientos pueden funcionar. Por desgracia, un ratón no es un ser humano, y que algo funcione en ellos, no quiere decir que luego lo vaya a hacer en humanos. Pero en estos casos y si la familia se arriesga, los beneficios para el futuro son enormes.
Me parece de una crueldad INTOLERABLE, que alguien ponga imágenes de vivisecciones o experimentos animales, y no se muestren vídeos con el día a día de familias que lloran de desesperación al ver cómo sus hijos, con síndrome de maullido del gato, son incapaces de dormir o comer. Y esto no solo un día, sino muchos días, durante muchos años.
Pero hay una diferencia moral clave entre las dos posturas. Mientras que en el primer caso, los animales son un medio para lograr un beneficio colectivo, cuando supuestamente defendemos sus derechos, el beneficio es solo para los que defienden estos derechos, sin tener en cuenta el perjuicio indirecto que están soportando miles de personas de forma silenciosa y muchos no nacidos, a los que el hecho de que se prohíba investigar con animales, a buen seguro, les va a privar de algún tipo de mejora, y hasta puede que de curación en sus enfermedades.
Sí, en todo hay matices, seguro que hay laboratorios que emplean animales para fines nada buenos. Como en todo, pero nadie se plantea dejar de investigar la leucemia porque también se investiguen en otros campos armas biológicas. El problema es que cuando quieres una cosa, muchas veces no sabes lo que te puedes llevar por delante.
Insisto, soy Biólogo de carrera. Me encantan los animales y la naturaleza en su conjunto, pero defender unos muy cuestionables “derechos animales” por encima de unos nada cuestionables “derechos humanos” me parece horrible.
Quizá vaya siendo hora de que familiares de afectados también hagan concentraciones en frente de asociaciones en defensa de estos derechos animales, con pancartas, vídeos, y fotografías, de algunos de sus afectados, a los que un veto en la investigación animal, va a condenar a una vida de sufrimiento.