Café Tacuba (5.0)

Publicado el 02 diciembre 2014 por Kike Morey @KikinMorey

Mis amigos siempre se han preguntado cómo hago para conseguir empalmar viajes con conciertos. Algunas veces los preparo adrede, armando los planes alrededor de algún recital. Pero en otros, la mayoría, es la simple casualidad. Si voy a estar en algún lugar, sea por trabajo o placer, unas veces me entero de algún show infaltable durante mi estancia (como fue el caso de los Stones en Lisboa) y en otras busco con anticipación si alguno de mis favoritos hace una presentación en esos días. Si ya de por sí, viajar a Buenos Aires es siempre motivo de celebración, tener a Café Tacuba tocando completo uno de los mejores discos de la historia del rock latinoamericano, convirtió mi nuevo periplo bonaerense en una experiencia absolutamente inolvidable.

La sala elegida para la ocasión fue el legendario Gran Rex, atiborrado de fanáticos locales y de varios coterráneos de los músicos que pronto dejaron sus butacas para bailar y cantar de pie, todas las canciones del mítico “Re” en estricto orden de publicación. “Este es un concierto para celebrar los 20 años del Re, así que no me pidan María ni Eres” o “esa todavía no toca, se nota que no la conoces guey” fueron un par de la frases que el carismático Rubén Albarrán lanzó al encendido auditorio.

No me gusta conocer los setlist de los conciertos con anticipación, pero en este caso, saber qué tema venía después de otro, aumentó al máximo mi excitación. “El Aparato” daba pistas de todo lo que vendría después: un llamativo y colorido vestuario que se cambiaba según qué canciones, la escenografía con una espiral pixelada en tonos rojos que recordaba la tapa del álbum y unas fantástica iluminación con láseres que complementaban con creces la música de los Tacubos, dando la sensación de estar metido dentro de un psicodélico viaje.

Creo que fui el primero en disfrutar del bajo funk de “El ciclón”, el que más sintió la ecológica historia de Salvador en “Trópico de Cáncer”, al que casi le dio un infarto luego de saltar como un mandril en “El fin de la infancia” y el que tenía la piel más erizada con las cursis pero hermosas “Las flores” y “El baile y el salón”. A propósito de esta última, el “papá rapapa eo eo” fue el corito interminable más repetido por una audiencia entregada a la gran energía y buena onda de Rubén y a la sobria pero soberbia ejecución de Meme y los hermanos Rangel.

Poco más de hora y media después de su inicio, el “Re” finalizaba con aplausos, gritos, euforia y demás muestras de cariño hacia una gran banda que nunca defrauda, que sigue con la misma fuerza de sus comienzos y que muestra una gran cercanía con sus seguidores. Pero la noche todavía no había terminado. La típica y cansina espera para que los artistas toquen dos o tres bises más, se transformó en un nuevo concierto con diez canciones en donde tocaron las consabidas “Eres” y “María” –de magistral y sentida interpretación-, material de su último disco y el fin de fiesta con “La locomotora”, “Chilanga Banda” y el hipnótico cover de Los Tres “Déjate caer”, con su clásica, absurda y divertidísima coreografía final a cargo de los cuatro tipos más chingones de México y del mundo mundial. Larga vida a Café Tacuba y que los años nos dé para que nos brinden más conciertos vibrantes, emocionantes y memorables.

“El fin de la infancia” en el Gran Rex de Buenos Aires el 19 de noviembre del 2014