Pero yendo más allá, el alcance de esta valoración no se queda en el mundo virtual, sino que condiciona la vida fuera de las pantallas, marcando los eventos cotidianos a los que los usuarios podrían o no acceder en función de su puntuación. La historia plantea una cierta sensación de asfixia que obliga a actuar de cara a la galería en el devenir cotidiano por estar sujetos a una evaluación constante del otro. Una evaluación externa, anónima a veces, que mantiene una duplicidad de la personalidad voluble en todo momento y que presenta una catalogación del ser humano por parte de iguales, pero asistida por una perversa red telemática.
alfonsovazquez.com ciberantropólogo