Caín y Abel recopilado en libro !!!

Publicado el 20 julio 2010 por Lanuez
Genial idea la de recopilar los textos de humor de Rafo León (La China Tudela) que parecieron en 1987 en el suplemento "No" de la revista "Sí" y que estaba dirigido en ese momento por Juan Acevedo.
Caín y Abel exploraba las contradicciones de una familia clase media, baja formada por Caín y su gemelo Abel, el primero subte, anarco y bestia, el segundo sensible, mariposón e inocente cual niña de ocho años, junto a ellos la madre que perdió un seno por el cáncer y que según Abel fue la causa por la que su hermano sea tan diferente a él, el padre un bruto que suele llegar borracho a casa y que prefiere estar fuera de ella, también esta la "Pocha Caracha" que siempre me recordó aun símbolo de los subtes de ésa época (María Teta), otro personaje destacado es el profesor de música Delboy que se quería almorzar a Abel. Cada historia de Rafo eran un despelote hilarante, por suerte a Contracultura se le prendió el foco y vamos a poder disfrutar de esta verdadera pieza literaria del humor nacional.
La presentación del libro "Caín y Abel" de Rafo León será el viernes 23 a las 8.15 pm , en el auditorio "César Vallejo" participaran el músico Daniel F. y el historietista Juan Acevedo.
Cierre: Tocada Subte con Pelo Madueño, Wicho García y Piero Bustos.
Organiza: Librería Contracultura

Aquí los dejamos con uno de los artículos , que fue subido a la red por los fans de estos personajes y que tienen un blog donde por supuesto el tema es la movida musical subte, "Caín y Abel blog".
CON LA POCHA CARACHA
Puta’on, mi vieja se quitó de viaje a Chimbote y mi viejo, oe, puta’on, se borró durante tres días del jato y, oe, sólo venía tarde para jatear porque se está cepillando a una cocha de su chamba. Puta’on, mi jato se convirtió en total liberación. Puta’on, mi vieja se quitó asadaza, tuvo que ir a Chimbote porque su hermana, puta’on, mi tía, se enfermó y mi vieja le encargó a mi mellicito Abel que hiciera de ama de casa, y el ganso no se quitó el mandil ni para cagar, choche. Puta’on, pero se armó un chongazo porque el sistema alienado no deja que los cholos punk, choche, los subterráneos, puta, hagamos el sexo libre, oe, la represión del sistema alienado quiere que todos seamos como Abel, que pagó pato por el vacilón que armamos la Pocha Caracha y yo y se cruzó con el té de cochas que él organizó y todo fue un cague de risa. Puta’on, el sábado estábamos con Flatulencia ensayando en la azotea del edificio de Menstruación Aguirre y el ensayo estaba como la puta madre, choche. Puta’on, estábamos improvisando temas sobre cómo los coches bomba son una cagada frente, oe, a lo que podemos hacer los anarquistas, y yo me había bajado tres chatas de ron y, puta’on, me empezó a entrar una arrechura mostra porque me vacila como loco computar a la Pocha Caracha cantando que la caca es vida, y, puta’on, perdí el control, me cagué en el ensayo y le dije a Pocha Caracha para quitarnos a nuestro jato para seguir el vacilón. Pocha Caracha no cree en nadie y, oe, me dijo que bacán, para vengarnos de los sucios sinchis. Llegamos al jato, saqué la caleta de ron de mi viejo y subimos a mi cuarto. Puta’on, estábamos huascas y empezamos a cagarnos de risa rebuscando, oe, los cajones de Abel y pintándole trolas a sus fotos de artistas. Puta’on, después nos cayó el huayco y nos tiramos en mi catre a joder al sistema alienado. Puta’on, estábamos empezando y siento, oe, que Abelito llega de la calle cantando los nenes con los nenes. Empezamos con Pocha Caracha a cagarnos más de risa. Puta’on, no computábamos nada y le grité a Abel que subiera. Choche, llegó al cuarto y se cayó de culo al suelo, puta, franco, cuando vio a Pocha Caracha en calzón y a mí calato y al palo, choche, y peor que nos cagábamos de la risa. Puta’on, empezó a cantar cantos de iglesia y creo que se rayó porque no dijo nada más y se bajó a la sala diciendo “tías, no está mi hermano, debe haberse ido a estudiar, así que tomamos lonche nomás nosotros”. Puta’on, con Pocha Caracha nos mandamos un polvo que, oe, sonó como la puta madre, y mientras más sonaba, puta’on, abajo Abel gritaba más para que las cochas no escuchen. Puta’on, cuando acabamos el bacilón nos cayó la depre y nos pusimos a improvisar un tema nuevo para la maqueta de Flatulencia:
Puta’on, seguíamos ahuevadazos mientras abajo Abel y las tías tragaban como la puta madre y nos dio hambre. Puta’on, como estábamos chatos nos olvidamos de vestirnos y nos bajamos calatos, choche. Puta’on, ahí sí que se armó un chongo que no lo hizo ni Syd Vicious cuando se corrió la paja en un concierto. Choche, yo le di beso a todas la cochas y Pocha Caracha también y no computamos que las cochas empezaban a llorar y a rezar no sé qué huevada. Mi mellizo Abelito se rayó, choche, porque agarró las fuentes de sanguchitos y empezó a tirárnoslas encima, puta’on, gritando que iba a llamar, oe, a la DIRCOTE para que nos lleven a Lurigancho, puta, y en ese momento llegó mi viejo y, oe, hasta ahora no entiendo por qué se empezó a cagar de risa de todo y se puso a chupar con Pocha Caracha y conmigo, puta’on, mientras las cochas se quitaban corriendo y Abel pidió permiso para quedarse donde mi tía Edith hasta que regrese mi vieja…Horror, espanto, Apocalipsis, qué le puedo decir, señor, en relación a lo que el salvaje de mi mellizo ha hecho en casa aprovechando la penosa ausencia de mi santísima madrecita que Dios me dio. Fíjese, es una historia tan horrible que de sólo contársela me siento como una mujer en su periodo. Todo empezó cuando la santa madre que es mi madre tuvo que viajar a la bella ciudad de Chimbote, donde radica parte de su distinguida familia, porque su hermana, mi tía Ofelia, se puso muy grave y en cualquier momento entrega su ser al seno del Señor. Antes de viajar mi sacra madre se preocupó tanto de tanto, señor, que la casa, que ese hombre que es mi padre no se meta con otra, que la bestia de mi mellizo, etcétera, etcétera. Pero yo le di toda la confianza del mundo de que el hogar iba a marchar como un anís, sin imaginarme el horror que me iba a hacer pasar el Caín. Bueno, apenas ella se fue, hice la lista de las comidas para todos los días, y fíjese cómo es la gente de desagradecida que ni ese hombre que es mi padre ni mi mellizo venían nunca a almorzar y la comida se me quedaba, señor. Bueno, me encargaba al regresar del colegio de hacer las camas, barrer, planchar y me daba mi tiempo para ver Cuerpo a Cuerpo, igual que mi adorada progenitora; era cómo si yo fuera ella, señor, una sensación de lo más maravillosa, hasta me imaginaba estar en la cama con ese hombre que es mi padre y tener que aceptar con asco esas cosas que dicen que hace la gente casada cuando está junta. El sábado pasado, sin embargo, todo cambió y cundió el caos en mi hogar. Yo había decidido hacer un tecito para mis tías y primas más queridas, sin ningún motivo, señor, sólo por organizar algo que a mi madrecita siempre le hubiera encantado hacer pero no puede por falta de plata, pero yo había conseguido unos ahorritos gracias a las economías que pude realizar. Le pasé la voz a mi tía Carmelita y sus hijas, la Ceci y la Patty. También a mis tías solteras Elsa y Normita, que son mellizas como Caín y yo. Por último a mi prima segunda Yolanda y su hijita Mery. Preparé un queque de dos huevos, compre Dorina y diez panes franceses y hasta una botella de gaseosa de a litro, fíjese señor. Ya casi a la hora tuve que ir al chino a cambiar la Dorina porque la que compré estaba aguachenta y qué le digo, cuando regreso de nuevo a la casa, siento en los altos unos ruidos de lo más raros. Era la voz de Caín pero también había la de otra persona y decían barbaridades que no puedo repetir y que ni siquiera entendía. En eso el Caín me llama, yo subo y que cree que me encuentro: a la asquerosa flaca que es su enamorada en prenda íntima sentada en la cama de mi hermano, y a él completamente desnudo y así, cómo le digo, con esa cosa toda dura, matándose de la risa y la botella de alcohol en la mano. Le juro que perdí el conocimiento y sólo se me vino a la mente componer una plegaria:
Pero al momento me repuse porque me llamaba el deber y además justo sonaba el timbre. Puse mi mejor cara, como si nada pasara y bajé a abrir. Ay, eran todas, y mi tía Normita me traía un budín para completar el té. Yo temblaba como una hoja de que el Caín hiciera alguna barbaridad, y mi espanto fue justificado porque justo cuando estábamos hablando de los colegios de los chicos, la flaca y él bajaron sin ropa y se creó el infierno. Mis tías gritaban, Yolanda le tapaba los ojos a Mery y yo perdí el control. Para colmo llegó ese hombre que es mi padre, totalmente bebido, y se solidarizó con los salvajes, tanto que se sentó con ellos a seguir bebiendo mientras mis invitados vomitaban del espanto. Con decirle, señor, que para huir del horror estoy durmiendo en el cuarto de la muchacha de la casa de mi tía Edith. Fuente:
¡No!, suplemento humorístico del semanario (Lima), Nº 29, págs. 6-7, set. 7 de 1987.

(*) Las ilustraciones de este artículo son de Juan Acevedo, la carátula del libro recopilatorio es de Alonso Núñez y los textos de Rafo León.