Siempre os habéis imaginado Australia como esa isla ahí abajo en el mapa, y probablemente habéis pensando en un canguro o algún animal raro y no habéis vuelto a pensar en esa “isla”. Resulta que Australia es muy grande, entre Perth y Brisbane hay 5 horas de avión. Si además quieres llegar a Cairns, al norte de Brisbane, le has de sumar dos horas y si por puro aburrimiento decides que vas a pillar un avión con retraso olvídate de hacer algo ese día que no sea dormitar en aviones y salas de espera. Entonces… Para que quiero ir a Cairns? Pues porque es uno de los sitios desde donde salen barcos para ir a ver la gran barrera de coral. Seguro que os suena, es un gran arrecife formado por muchos corales y que se puede ver desde el espacio, no como la gran muralla china. En el arrecife se encuentra una de las mayores variedades de seres vivos del mundo, se dice que hay casi 2000 especies de peces, 125 de tiburones y varios miles de tipos de almejas, ostras, calamares, pulpos, caracoles etc. Y para mi felicidad el agua está calentita y no te mueres de frío cuando pones un pie como me pasaba en Perth. Conclusión: se ha de ir!
Desde Cairns ofrecen muchísimos tours en catamaranes para ir a ver la gran barrera, algunos rápidos para verlo durante unas horas y volver, otros para ver un par de localizaciones en la gran barrera y pasar el día en altamar. Suelen ser barcos de 100 personas o más que se acumulan en un punto intentando hacer snorkel, submarinismo con botella de oxigeno y perseguir al mismo pez que huye despavorido en cuanto escucha el motor mientras se dan codazos entre ellos para ver algo. En el mismo puerto hay barcos más pequeños de vela que se dedican a hacer viajes para grupos más pequeños de 10 o 15 personas que se pueden contratar por Internet a un precio similar. Hace unos años con varias amigas intentamos ver la migración de ballenas en el mediterráneo, después de todo el día en altamar marearme hasta potar la primera papilla y coger una insolación de esas que te quieres morir juré y perjuré que no volvería a subir a un velero. Así que después de coger información de varias compañías y pensar hasta el último día si me iba a arrepentir porque, como no podía ser de otro modo, fui en el barco de vela en plena época de lluvias y con muchas posibilidades de acabar potando la segunda papilla. Por suerte ese día el mar estaba calmado y el barco, que se solía usar para ir a buscar perlas, se comportó con los turistas.
Al poco de subir y mientras nos daban instrucciones el capitán del barco afirmaba que hacía muchos meses que no había un mar tan tranquilo y nos instaba a no volver a subir a un barco si conseguíamos marearnos. Mientras él hablaba yo agradecía mentalmente aquel tiempo y esperaba no ser la primera en conseguir marearme sin oleaje. Después de pagar al capitán del barco nos ofrecieron té, café y galletas para mantenernos callados mientras la tripulación se ponía en marcha. El capitán era un tipo raro que se molestaba cuando alguien no le prestaba atención y amenizaba el viaje contando todo tipo de historias, desde los diferentes tipos de coral, a su infancia pasando por cómo una vez le enviaron a los tribunales. En una hora llegamos al primer punto de la barrera de Coral, donde podíamos explorar la zona con un tubo y unas aletas, pero pocos minutos antes de eso un chico y una chica nos hablaron de las maravillas que se podían ver bajo el agua, nos convencían para pagar un poco más y bajar al fondo con botella de aire comprimido. Podíamos hacer una o dos inmersiones, yo me quedé con una para aprovechar la tarde con el tubo y las aletas.
Así de pronto me encontraba en bañador, con una camiseta, una bombona de aire comprimido, unas aletas, unas gafas y aprendiendo una lista de signos para hacer bajo el mar. A parte de los básicos de estoy bien, mal nos enseñaron los símbolos de algunos peces que por supuesto olvidé al momento, sobretodo porque no me sé el nombre de los peces tropicales en inglés y me hubiese sido más útil una lección de Chino. Diez minutos después una chica y yo ya estábamos agarradas al instructor que nos va señalando piezas de coral, y haciendo los símbolos de los diferentes peces.
Fotos del acuario de Sydney porque no alquilé una cámara acuática en Cairns.
Uno de esos símbolos era muy curioso y consistía en ponerse la mano en la cabeza a modo de cresta. La gran cantidad de peces y animales que se pueden ver en apenas unos minutos es increíble, yo estaba enfrascada intentando retener en mi cabeza la imagen de los peces cuando una ostra gigante de un metro aparece ante mis ojos. El instructor mueve el agua a su alrededor para hacerla reaccionar y se cierra ligeramente mientras mis ojos salen de sus órbitas y se vuelven a recolocar gracias a las gafas. Bajo nosotros hay una manta enterrándose en la arena, el coral está por todos lados e intento no tocarlo llenando mis pulmones de aire que me hace flotar. El instructor llama mi atención, giro la cabeza y veo que se pone la mano en la cabeza como si fuera una cresta y señala hacía adelante, miro hacía el frente y veo pasar delante de mi nariz un tiburón de arrecife de metro y medio. El tiburón muy tranquilamente pasa de largo frente a nosotros, el instructor hace amago de seguirlo pero acelera y se aleja seguramente pensando que somos una molestia.
Fotos del acuario de Sydney
Después de eso los pececitos de colores, los corales y los bichos extraños pierden un poco el protagonismo aunque la ostra gigante sigue en mi cabeza. Al volver al barco comemos mientras vamos a la segunda localización de la barrera de coral. Ahí me decido por bajar a pulmón hasta el fondo, las aguas eran muy claras y se veía bien desde arriba pero poder bajar hasta el fondo, ponerte boca abajo para sacar la cabeza entre los corales y asustar a los peces o jugar con una ostra gigante que puede comerte un pie sin inmutarse no tiene precio. A las 5 y media de la tarde ya estábamos de vuelta con la cabeza llena de imágenes submarinas.
A parte de eso Cairn no tiene playa así que los lugareños, cansados de pasar calor mirando el mar y no poder bañarse, crearon un lago abierto de agua salada filtrada. Con vigilantes de 6 de la madrugada a 9 de la noche, duchas, lavabos, fuentes de agua, zonas de arena, césped, sombra, sol, barbacoas y hasta indicadores de radiación solar, es el lugar perfecto para un chapuzón después una tarde cualquiera de caminar por todos lados.
Links de interés: http://fallareeftrips.com
http://www.cairns.qld.gov.au/esplanade/facilities/lagoon