Ahora, la caja de recuerdos de l'aînée tiene unas cuantas cosas más. Desde algunos de sus dibujos. Alguna foto importante. Uno de sus mechones de pelo, la primera vez que fue a la peluquería. Y un par de cartas escritas para ella. También se guardan olores y sabores, recuerdos que espero que dentro de unos años recuerde. El olor de mi perfume de cuando me voy a trabajar y paso a su habitación a darle un beso. El sabor del chocolate que siempre comparto con ella. El tacto de la arena de la playa o del jardín recién cortado.
Tengo que empezar con la caja de recuerdos de la petite.
¿Tú, que le pondrías a la caja de tus hijos?
Os recuerdo que este lunes publico colaboración literaria en DiarioDeMujer.