Cajamarca: las sombras y luces de la historia

Por Pablosolorzano

La primera vez que vine a CAJAMARCA tenía 16 años. Era el destino de nuestro viaje de promoción que es como le llaman en Perú al viaje con el que se celebra el final de la educación secundaria; así que allí fuimos todos, alumnos y alumnas, profesores y hasta alguna celosa madre de familia que quería tener vigilada a su hija. Aunque era un adolescente alocado e inseguro, como casi todos los púberes, y lo sigo siendo, llegué a esa ciudad con más ganas de estar detrás de las chicas, conocer todas las discotecas y vivir todo aquello que en casa no se podía vivir; nada nuevo bajo el sol. Pero, al mismo tiempo, no era tan insensible como para no darme cuenta que Cajamarca era una ciudad bella, tranquila y llena de encantos. Sus edificios  coloniales, la campiña que la rodeaba y la paz que ella se sentía me hechizaron y cuando volvimos a Lima tuve la misma pena que sentía cuando las infantiles vacaciones en Ayacucho se acababan.
A modo de cerrar el círculo de nuestro recorrido por el CIRCUITO TURISTICO NORORIENTAL PERUANO, que nos había llevado desde Chiclayo, en la costa peruana, hacia la selva en lugares como Moyobamba y Tarapoto, para continuar por los inicios de las sierras en Amazonas, llegamos a Cajamarca después de un largo y fatigoso viaje que se había iniciado en el pueblo de LEYMEBAMBA, en el departamento de Amazonas, y en el que conocimos el alucinante descenso que se inicia al pasar el “abra” Barro Negro y que acaba en el cálido poblado de Balsas. Teníamos mucha curiosidad por estar en Cajamarca, ya lo conocíamos pero esta vez la motivación no era solo volver a ver lo bueno que ese lugar tuviera por ofrecer sino también ser testigos de todo aquello que se hablaba sobre el sitio: una ciudad que en los últimos años había sufrido un cambio tremendo por la riqueza mineral encontrada en las profundidades de sus tierras aunque ese “boom” económico había producido también muchas fricciones y enfrentamientos entre distintas partes de la sociedad. 
Pese a haber vuelto después de 15 años, y con ojos más receptivos, pude notar que la belleza y encanto de muchas cosas en Cajamarca seguían intactas. Lo que había cambiado, y mucho, era el ambiente o la atmosfera del lugar. Cuando vine aquí en el viaje de promoción no recuerdo haber visto gente en las plazas con pancartas y panfletos que arengaban a oponerse a la minería, el supuesto motor del avance económico de Cajamarca, ni haber visto tanta miseria y pobreza en uno de los lugares supuestamente más boyantes del norte peruano. Creo que en todo nuestro periplo por el nororiente peruano no vimos tanta mendicidad ni campesinos, que con ojos desesperados, se nos acercaran para pedirnos una moneda. Así que esta era la prospera Cajamarca, lugar que es resumen de la historia peruana y donde las fricciones y choques entre mundos muy distintos e intereses dispares se siguen dando como se dieron desde hace cientos de años en que se vieran cara a cara incas y españoles. Justamente el lugar en donde se dio ese encuentro es el lugar ideal para iniciar la visita de la ciudad: la Plaza de Armas que es como le llamamos en el Perú a las plazas centrales o mayores de todas las ciudades o capitales.

Plaza de Cajamarca. Perú

Quién diría que en este lugar tan sosegado y rodeado de la belleza arquitectónica de sus iglesias y en donde los cajamarquinos vienen a charlar y sentir el rumor de la vida fluir sin apuro, fuera el mismo sitio donde en 1532 se vieron las caras Atahualpa y Pizarro y se iniciaría así uno de los grandes holocaustos humanos y uno de los desfalcos más grandes que la Historia pudiera recordar. Y de esa choque sangriento, violento, pugnaz, es que nace lo que se puede ver hoy: un país-mezcla, un país dislocado, fragmentado, que arrastra las mismas taras y prejuicios desde hace mucho, que sigue aludiendo a su diferencia entre sus mismos habitantes; un país fascinante, trágicamente hermoso, salvaje y bello, contradictorio y delirante. Por más que muchos quieran insinuar que lo nuestro es puramente inca, y muchos otros, que no tenemos nada que ver con lo inca sino que vivimos abiertos al mundo occidental y que “lo nacional” ya se ha quedado desfasado, es inevitable reconocer que tenemos de ambas cosas y que de esa mixtura caótica ha nacido lo que somos: ni puramente incas, ni puramente occidentales; más bien, peruanos.
Los jardines primorosamente cuidados, las flores de colores encendidos, las casonas de dos plantas con pequeños balcones adornados de tiestos, la alegría de niños juguetones que corren sobre el césped saltando sobre los cuerpos de sus padres que retozones se echan a descansar; todo en esta plaza hace olvidar por un momento la violencia del tiempo, de los hechos, de las incertidumbres.

Plaza de Cajamarca. Perú

Cajamarca. Perú

Cajamarca - Perú

Allí se ubican lo que deben ser las dos iglesias más hermosas del norte del Perú: la Catedral que por no tener campanario tiene una imagen achaparrada aunque su fachada es una delicia en donde se aúnan exquisiteces barrocas, hornacinas, arabescos y retorcidas columnas; y, al otro lado de la plaza, emergen las torres de la iglesia de San Francisco, una hermosa obra arquitectónica completamente tallada a mano en cantería. En las noches de fin de semana ambos edificios se iluminan y es un gusto verlas así, resplandecientes, fulgurantes. 
La entrada a la catedral es gratuita pero si se quiere entrar a San Francisco hay que pagar (ver abajo DATOS UTILES); la visita a esa última iglesia es recomendable. Dentro es interesante de ver los vitrales de su cúpula, las bellas tallas de piedra y los distintos altares y retablos que se ven en sus naves. Detrás se encuentra el santuario de la “Virgen de los dolores” que es la patrona de Cajamarca, allí se puede entrar con el mismo ticket que se ha pagado para visitar la iglesia. En dicho santuario hay una pequeña pinacoteca, un museo de arte religioso, o más bien un amontonamiento de cosas a lo que se llama “museo”, y las catacumbas que si bien no son muy grandes no dejan de llamar la atención.

Catedral de Cajamarca. Perú

Iglesia de San Francisco. Cajamarca - Perú

Iglesia de San Francisco. Cajamarca - Perú

Iglesia de San Francisco. Cajamarca - Perú


Desde el costado de la Iglesia de San Francisco parte la bulliciosa y concurrida calle AMALIA PUGA que es por donde continuamos ya que por allí se llega a nuestro siguiente destino que es la contrapartida de la Cajamarca española de iglesias y santuarios que hasta ahora habíamos visitado: el famoso CUARTO DEL RESCATE, el único lugar en la ciudad donde palpita el espíritu inca. Su nombre puede resultar engañoso pues se tiende a creer que es allí donde se acumularon los miles de kilos de oro y plata que Atahualpa tuvo que pagar para obtener su liberación, pero no; más bien se afirma que es este el lugar donde el inca fue encarcelado y de donde seguramente saliera para ser asesinado. Pero me viene a la mente la pregunta ¿cómo se está seguro de que es éste, exactamente ESTE, el cuarto donde estuvo prisionero el soberano los últimos días de su vida? Algunos dicen que el hecho de que sea el único vestigio inca en la ciudad es una prueba de que fue el lugar donde Atahualpa estuvo y que por eso no se destruyó; otros que al ser esta construcción la única que quedaba se la usó para construir la leyenda y darle una referencia geográfica a un suceso histórico que no debía olvidarse jamás. Yo no sé de ninguna crónica o estudio que haga veraz la suposición de que allí estuvo el Inca pero se entiende que todas las culturas del mundo siempre necesitan una referencia para hacer tangible mitos, historias o leyendas.

Cuarto del Rescate. Cajamarca - Perú

Cuarto del Rescate. Cajamarca - Perú

Cuarto del Rescate. Cajamarca - Perú

Ya que inicié esta entrada comentando que la primera vez que vine a Cajamarca fue cuando era un estudiante a punto de acabar su educación secundaria no puedo dejar de recordar algunos hechos curiosos y peculiares que se dan en la educación peruana,  que no tienen pinta de cambiar en el futuro inmediato, y que tienen que ver con los sucesos de Cajamarca. Me refiero a que los profesores peruanos siempre les llenan las cabezas a los estudiantes de una información que no se cansa de glorificar y alabar la destreza y el esplendor inca; tratan de hacernos sentir orgullosos de sus logros, de sus avances, de Machupicchu y de la extraordinaria extensión geográfica en la que los antiguos andinos expandieron su poder pero de pronto llegas al relato de Cajamarca y en un plisplás te traen abajo el mito, la arcadia y la utópica sociedad andina, diciéndote que llegaron 162 españoles y conquistaron y destruyeron el gran “imperio” del que te habían hablado tanto y pasamos a ser esclavos. Se tomaron horas y horas tratando de hacerte sentir identificado y orgulloso de lo que los incas y las civilizaciones que les precedieron (Wari, Tiahuanaco, Chavín, Nazca, etc.) lograron y en dos hojas de libro te pueden decir algo como “y llegaron los barbudos y todo se fue al carajo”, y no hay explicación alguna, no hay quién te dé una visión de lo que pasaba en ese momento, de los motivos, de las razones. Y entonces muchos estudiantes pensarán: “vaya imperio que se viene abajo cuando llega un puñado de aventureros” y de allí al desprecio y al odio por lo propio hay un pequeñísimo paso… que casi todos dan.
No pretendo llenar ese vacío de información, esa ausencia, premeditada o no, de explicaciones que hagan entender mejor los sucesos previos al final de los incas pero invito al (improbable) lector o lectora de este blog a que dé una mirada a los excelentes libros Armas, gérmenes y acero” de Jared Diamond y “1491, un nueva historia de las Américas antes de Colón” de Charles C. Mann en los que se explica detalladamente los motivos que causaron la derrota inca. Muchos de ellos ya los conocemos o los sospechábamos, pero las explicaciones están tan bien sustentadas que es muy ilustrativo leerlos. Enumero algunas de las conclusiones que en estos sendos libros se pueden ver:
1.- En la conquista española las armas de fuego tuvieron un papel menor, los arcabuces que se usaron en el encuentro de Cajamarca eran difíciles de cargar aunque tuvieron un gran poder de intimidación. Lo más importante fueron las armas y yelmos de acero que se impusieron sobre palos, piedras, hondas y otros armamentos andinos. Pero, ¿no tenían conocimiento los incas de los metales? Sí, pero la metalurgia andina no producía armas sino sobre todo maravillosos elementos que contribuyeran a mostrar la importancia y estatus del portador. En los Andes se fabricaban herramientas pero lejos de hacerlos de acero lo hacían, y aún lo siguen haciendo, de fibras: los puentes que pendían en el vacío, recordar el QESWACHACA, y que aterraban a los españoles acostumbrados a unos con gruesos sostenes debajo; los barcos hechos de juncos, como los CABALLITOS DE TOTORA que se ven las playas del norte peruano, con los que se navegaba hasta el Ecuador y a 300 millas náuticas del puerto. 

Captura del Inca. Imagen de la página www.xtimeline.com


2.- Los caballos lograron darle a los españoles un movimiento tan veloz como nunca se había visto jamás en los Andes donde el único animal de carga eran los lentos auquénidos. Con los caballos los españoles podían alcanzar a los centinelas incas y cortar cualquier comunicación.
3.- Los barcos le permitieron a los europeos movimientos rápidos en amplios espacios, pero no solamente este medio de transporte fue de una eficacia letal en la invasión sino también todo el aparato organizativo y político centralizado que daba las órdenes para esos movimientos. Los incas habían perdido a su líder máximo que daba las órdenes en el primer encuentro con los nuevos enemigos.
4.- La terrible epidemia de viruela que llegó a territorio peruano mucho antes que los españoles y que mató a mucha gente, entre ellos los líderes incas a quienes sus súbditos adoraban y sin quienes no sabían decidir nada; ya lo había dicho el cronista indio Santa Cruz Pachacuti que los jefes del ejército habían muerto “con la cara cubierta de pústulas”; algo parecido había pasado en México en 1520 cuando Cuitláchuac, sucesor de Moctezuma, murió infectado por el mismo virus. Un trauma de tal envergadura podía destruir la cohesión social de cualquier grupo: según Tucidides, la epidemia que afectó a Atenas en el 430 a.C. sumió a la ciudad “en un altísimo grado de desprecio a toda ley”; fue el caos. 

Imagen colonial de indígenas méxicanos afectados por la viruela.


5.- Al desaparecer toda ley y toda autoridad las pugnas internas por lograr el poder se enardecieron de tal modo que cuando uno lee los complots, asesinatos, tragedias y odios que se vivieron en tales épocas parece que se estuviera leyendo la peor de las tragedias de Shakespeare; de este modo destruir a los incas iba a ser muy fácil. Sumado a ello que hubo pueblos que se aliaron a los españoles con la esperanza de liberarse del yugo inca. Todo esto nos da una idea bastante interesante que se trae abajo esa visión edulcorada que los peruanos tenemos de nuestros antepasados y de quienes pensamos que vivían en un lugar perfecto en donde todo era paz, mística y donde los Incas eran buenos hasta la médula. Eran seres humanos como cualquiera, capaces de ser dominados por los peores sentimientos como de lograr extraordinarios avances en un territorio imposible.
6.- Y como uno de los más importantes elementos que contribuyeron a la destrucción del incario el biólogo Diamond lista a la escritura y la alfabetización. Los libros que en Europa se publicaron sobre América hizo que mucha gente cruzara el charco en busca de riqueza y poder. Fueron una avalancha de conquistadores llegando a un continente diezmado y sin defensas. Es increíble saber que de los triunfos de Pizarro se conociera en el viejo mundo apenas 9 meses después de los sucesos en el Perú gracias al libro La conquista del Perú, llamada la nueva Castilla, de Cristobal de Mena publicado en 1534 en Sevilla y traducido a varios idiomas. Ante esto, ¿qué tenían los incas? Una cultura basada en la oralidad, en donde todo se trasmitía de boca a boca en una gran cadena susceptible de ser en el camino tergiversada, alterada. Atahualpa había enviado un espía a ver a los españoles que ya habían desembarcado en sus dominios y éste le dijo que esa gente no eran guerreros, así que el Inca nunca pensó que le atacarían. 

Imagen de la página www.artehistoria.jcl.es


Los conquistadores españoles habían partido desde Panamá a la conquista del Perú, el istmo se ubicaba a 1,000 kilómetros al norte del imperio pero los andinos no se enteraron de los españoles sino cuando ya los tuvieron en casa y mucho menos tenían idea de lo que les pasó a los mayas; de haber tenido algún medio que expandiera la comunicación de forma segura y rápida, como lo hicieron los libros en Europa al contar las maravillas sobre lugares tan lejanos como China tal y como lo hizo Marco Polo, quizás los andinos habrían estado más atentos. Atahualpa no tenía referencia alguna, la primera vez que vio un libro es el día de su captura cuando le dan una Biblia que rechaza por no encontrarle sentido; él nunca había estado en Europa, no tenía una biblioteca, un lugar donde “documentarse” y saber el modus operandi de los invasores; en su mundo nunca había pasado tal cosa como tener capturado a un rey y pedir oro por su liberación; en su mundo nunca había habido enfermedades desconocidas, armas de fuego y de acero, ni tampoco caballos.  
Los españoles no solo estaban insuflados por una especie de mística religiosa que los hacían continuar la lucha contra los “nuevos infieles” sino también sed de poder y riquezas y una bagaje cultural que les permitía saber qué podía pasar o qué había pasado, saber sobre la guerra, sobre el comportamiento humano, pues la memoria de todo ello estaba escrito en los libros.
En fin, como escribió el historiador John Hemming: “Ninguna muestra de heroísmo extremo, de disciplina absoluta por parte de los incas podía estar a la altura de la superioridad militar de los españoles”. Finalizo estas reflexiones y esta primera parte de nuestra visita a Cajamarca agradeciéndote por haber llegado hasta aquí, sé que me puse muy “histórico” pero es que considero que es muy importante saber esta parte de la historia que nunca se nos cuenta para entender mejor las cosas que pasaron. Además me he entusiasmado demasiado con la lectura de los dos libros de los que aquí hablo (se nota, ¿no?) y no quería dejar de compartir sus conclusiones. Continuaré muy pronto con nuestras andanzas por Cajamarca.
Pablo
DATOS UTILES
  • En Cajamarca hay una gran variedad de hoteles, desde las muy lujosas hasta las muy mochileras. Nosotros optamos por el Hotel Atahualpa, que seguramente tuvo tiempos mejores y está en franca decadencia pero no deja de ser una buena opción económica. Se ubica en Pasaje Atahualpa 686, a una calle de la Plaza. Tiene agua caliente de día. Precio: 35 soles habitación doble con baño; 25 sin baño.
  • Conocimos a María Victoria Vilca, una Guía oficial de Turismo de Cajamarca, persona bastante agradable y que nos dijo que ella también alquilaba habitaciones en su casa a buen precio; aunque, eso sí, su hogar se encontraba en las afueras de la ciudad. Nosotros nunca conocimos su casa así que no podemos decir nada sobre eso pero si es que alguien está interesado en un lugar económico y convivir con una familia cajamarquina aquí les dejo el dato para comunicarse con ella: vickyvilca@hotmail.com o el teléfono 076 – 369361.
  • Un buen lugar para tomarse un café y probar buenos postres y pizzas es el TUNA CAFÉ. Jirón Amalia Puga 734
  • IGLESIA DE SAN FRANCISCO 4 soles. Solo s de 4 a 6 pm, cerrado martes y domingos. La entrada incluye la visita al santuario de la “Virgen de los dolores”.
  • La entrada al CUARTO DEL RESCATE está incluida en el ticket que se compra para entrar al COMPLEJO MONUMENTAL BELEN. Precio: 5 soles.