Jamás pensé que una calabaza me diera para tanto. Aprender, inventar, sorprenderme, fotografiar, comer, compartir ...
Esta fue la primera que coseché y ha sido la más grande. Creció sobre la ramas del palo de limón y hubo que hacerle una hamaca. Todo el que probó de ella quedó encantado.
Mi suegra hizo una tortitas que quedaron sabrosas, en parte porque la pulpa de esta calabaza es firme y no aguachosa y además, porque mi suegra las prepara muy bien.
Con las próximas que coseche, me voy a aventurar a preparar yo misma las tortitas, además de un pie y un brazo gitano. Ya me parece sentir el olor a calabaza y canela en mi cocina.