No estoy seguro si lo leí alguna vez. En todo caso, tampoco estoy seguro si recuerdo fielmente lo que leí o, como suele suceder, si ese recuerdo lo he ido modificando con el tiempo mientras lo iba contando una y otra vez. Para el caso, ya no importa. Lo que leí - o creí leer - decía algo así como que “ella, aquella noche, estaba tiernamente desnuda mientras que él se veía peruanamente calato”.
Lo cierto es que para el castellano de los peruanos - a pesar de que el diccionario oficial ya los da como sinónimos - hay una gran diferencia entre estar desnudo y estar calato. Entiendo que fuera del contexto peruano, calato es tan solo un regionalismo con cierto aire de vocabulario amerindio; no obstante, para el peruano promedio, sí hay una marcada diferencia connotativa. Por ejemplo, no es igual una mujer desnuda a una mujer calata. Desnuda tiene un tono aséptico, de elegante y sobria sensualidad. En cambio, calata está más cerca de esa visión natural de la piel viva, natural, sin el maquillaje de las luces graves ni el engaño sutil del romanticismo. Calata es real, con olor intenso, con sabor. Desnuda puede ser una palabra aplicable por analogía a situaciones distintas como “una pared desnuda” , aunque forzada la imagen, puede quedar. No va a suceder lo mismo con calata.
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