Entrada original del día 29 de marzo de 2009 a las 01:16 horas, y suprimida (censurada) por Blogger© tras "denuncia" yanqui (de la DMCA, Digital Millennium Copyright Act). Quitados unos pocos links de la llamada "tierra de la libertad" (por si es parte de su "queja"), la dejo como estaba ¡y CON LA FOTO más VÍDEO de YouTube©!:
El compositor bohemio es capaz de plasmar en su música todo lo antes expuesto, y mis sensaciones a lo largo del concierto fueron de recuerdos entremezclados: Dinamarca, Mahler, Bach, Carmen Yepes (qué coincidencias, me la encontré al descanso con sus amigos, compañeros y pianistas Paco Pantín -autor de las notas al programa- y su sra. Mayte Pérez) porque también ha tocado el concierto de Grieg con Ari Rasilainen, otro nórdico), Rachmaninov, Gastón Soublette (por su libro de Mahler que no tiene desperdicio), los conciertos para piano y orquesta...
El poderío ejercido por el hoy maestro de ceremonias Thomas Dausgaard me "perseguirá" durante tiempo, y es que hacía tiempo que no veía ni escuchaba lo que significa precisamente "concertar": "5. tr. Acordar entre sí voces o instrumentos musicales" (D.R.A.E.), y aún más, "concierto" en el sentido de poner de acuerdo.
La Orquesta Sinfónica Nacional Danesa (que es la de la radio del país aunque con más historia a sus espaldas) salía al escenario del auditorio carbayón para arrancar la sesión con el Concierto para piano y orquesta en La menor, op. 16 de Grieg (estrenado en Leipzig) con Nelson Freire de solista. He tenido que releer la entrevista de Aurelio M. Seco en LVA de ayer porque me "renueva mis pasiones": "La pasión es tan importante en la vida como en la música". Y con pasión, energía, acierto, maestría en cada nota, en cada pasaje, con unas cadencias increíbles en un gran piano Steinway (elegido precisamente por Paco Pantín) que empastaba a la perfección con una orquesta densa pero clara, precisa, y donde "concertar" fue el milagro posible gracias a la maestría de Dausgaard. Sí que es maravilloso el mimo con el que sigue cada intervención del piano, atento a los tempi y rubatos tan del gusto del brasileño, pero siempre encajando a la perfección todas las entradas, mirando cada sección orquestal, jugando con la dinámica en una labor de auténtico "conductor", siempre atento al solista, aquí el piano. Así se acompaña y "concerta", interpretación del PIANISTA Y DE LA ORQUESTA (que tomen nota otros). Una interpretación de las que "grabo en mi disco duro" y que me carga las pilas en esta "mi semana santa musical", con una sonoridad que es difícil encontrar incluso en pianistas muy premiadas... Y la propina (la misma de su anterior visita a Oviedo, creo recordar que hace dos años -pues no es plan de rebuscar entre cajas los programas-) otra delicatessen que suele regalar en sus conciertos: la increíeble melodía de la Danza de los Espíritus Bienaventurados del Orfeo de Gluck en la transcripción para piano de Rachmaninov de la de Sgambati (un discípulo de Liszt) aquí la dejo por el propio Freire en YouTube®. Sobran las palabras:
Y claro, Mahler y su Sinfonía nº 5 en Do#m. Ese arranque de trompeta (gallo incluido) ya me reubicó y comencé a respirar hondo. Difícil seguir sin emocionarse, de nuevo una dirección magistral con gesto amplio pero controlando el volumen en cada pasaje, haciéndonos escuchar "todo lo escrito" con una preclaridad nada habitual. La obra tiene a la grandilocuencia y nada más lejos de la interpretación del director danés. Cada crescendo seguido de un piano subito era, y perdón por la expresión, coitus interruptus, vuelta a empezar... y así en cada pasaje. El "primer bloque" resultó escalofriante. Seguíamos con los guiños a los valses vieneses y el contraste con los lieder de ese Scherzo "sinfin", una alternancia entre dulce y amargo, vida y muerte, el continuo contraste mahleriano. Había leído no hacía mucho todo un tratado sobre los scherzos de Mahler, precisamente a Gastón Soublette (tío materno de Max Valdés, y a quien dedica su libro de Mahler). Lo explica mejor que yo y aquí dejo la referencia. Del Adagietto popularizado por Visconti ("Muerte en Venecia" basada en el libro de Thomas Mann, quien admiraba tanto a Mahler que llama a su personaje Gustav, y lo refuerza transformándolo en músico, cuando en el libro de Mann es escritor) y una de las páginas más "angustiosas" de la literatura sinfónica, lirismo y sobresalto, demostró una cuerda realmente fascinante cuando se lleva con maestría. Las líneas melódicas fluían con calidez y contundencia muy danesas. Y finalizar con ese gigantismo del Rondo (Allegro)-Finale que debe sonar perceptible dentro de la ordenada vorágine y con el peligro de convertirse en barullo, algo que Dausgaard evitó en todo momento. Una orquesta con batutas increíbles en su historia (Lamberto Gardelli, Herbert Blomstedt, director honorario, Yuri Temirkanov, actual principal director invitado, Nicolai Malko y ahora Thomas Dausgaard) y que ha hecho historia con este extraordinario concierto, dentro de las Jornadas Internacionales de Piano "Luis G. Iberni", que recordaremos mucho tiempo.
P.D. Crítica de Diana Díaz en LNE del Lunes 30.