Ayer la Fundación Alternativas, el laboratorio de ideas del PSOE y equivalente a la FAES del PP, presentó un informe en el que en uno de sus capítulos analiza el estado actual de la democracia. El informe parte de dos puntos básicos: el control ciudadano sobre los políticos y sobre las decisiones políticas, y la igualdad en el acceso a la esfera política de todos los ciudadanos para ejercer ese control. De los 57 valores tomados, que podrían resumirse en sociedad civil, estado de derecho, políticos y gobernabilidad, participación ciudadana y relaciones internacionales, la nota final es de un 5,9. Un aprobado simplón con casi la mitad de los indicadores mostrando una tendencia negativa. El diagnóstico estrecha el cerco en la incapacidad para fomentar la participación política de calidad más allá del proceso electoral y la incapacidad del sistema para atajar y combatir la corrupción política. La mejor calificación la recibe la ciudadanía y el estado de derecho. Si la democracia es la representación de la ciudadanía, y ésta obtiene mejor nota que la democracia, es que por pereza la estamos dejando a la deriva. Quizás deberíamos involucrarnos más y auto-exigirnos una mayor participación que no se limite solamente a introducir una papeleta en una urna.
Ayer la Fundación Alternativas, el laboratorio de ideas del PSOE y equivalente a la FAES del PP, presentó un informe en el que en uno de sus capítulos analiza el estado actual de la democracia. El informe parte de dos puntos básicos: el control ciudadano sobre los políticos y sobre las decisiones políticas, y la igualdad en el acceso a la esfera política de todos los ciudadanos para ejercer ese control. De los 57 valores tomados, que podrían resumirse en sociedad civil, estado de derecho, políticos y gobernabilidad, participación ciudadana y relaciones internacionales, la nota final es de un 5,9. Un aprobado simplón con casi la mitad de los indicadores mostrando una tendencia negativa. El diagnóstico estrecha el cerco en la incapacidad para fomentar la participación política de calidad más allá del proceso electoral y la incapacidad del sistema para atajar y combatir la corrupción política. La mejor calificación la recibe la ciudadanía y el estado de derecho. Si la democracia es la representación de la ciudadanía, y ésta obtiene mejor nota que la democracia, es que por pereza la estamos dejando a la deriva. Quizás deberíamos involucrarnos más y auto-exigirnos una mayor participación que no se limite solamente a introducir una papeleta en una urna.