Runkle ha alcanzado los 100 polvos, vive en una preciosa casa junto a la playa y es infeliz pues no tiene con quien compartir su vida. Charlie se refugia en el prono y en su hijo pequeño, pero nuestro calvo favorito no consigue llenar el hueco que Marcy dejó en su corazón. Como siempre, Runkle, destaca por ser el personaje más cómico, a la par que trágico de la serie. Es el compañero fiel, el amigo necesario, el alma gemela de Moody. Ellos forman la perfecta pareja y su relación es tan sincera, divertida y visceral que protagonizan los mejores momentos de Californication.
Hank Moody se reencuentra con su ex, con Karen; su musa, su droga, su amor. Ella se ha casado con Bates, un escritor que ya apareció en la tercera temporada y que tiene serios problemas con la bebida. Becca, por su parte, ha crecido, ya va a la universidad y sale con un veinteañero llamado Tyler (Scott Michael Foster) tan encantador como desafiante, muy parecido a Hank y eso es algo que asusta a nuestro amigo. Tyler proviene de una familia bastante particular y ha escrito un guión de cine que promete ser un éxito.Esta temporada de Californication es la menos Californication hasta la fecha. Hank realmente intenta hacer un esfuerzo, aún así todo le sale mal y termina haciendo daño a los que quiere y haciéndose daño a si mismo. El sexo y las situaciones surrealistas (esa noche en el coche de la policía) siguen vigentes y es que Californication no sería lo que es sin esos momentos. Echo de menos a Marcy, que desde que está casada con el gran productor, está casi desaparecida en combate y se la ha exagerado convirtiéndola en una caricatura del personaje que tanto amé durante cuatro años.