Calilla. Capítulo 13: Once in a Lifetime means there’s no second chance

Por Vicent Bañuls Carbó @UnaventanaaNY

¡Buenos días!

Hoy es un día especial porqué el final de Calilla se acerca.  Aquí os presento un nuevo capítulo, la verdad es que el de hoy es un poco lioso, pero con el capítulo final lo entenderéis. No os hago esperar más.

Capítulo 13

Once in a Lifetime means there’s no second chance

Todo iba a cambiar a partir de ahora, lo que había sido una familia más o menos normal, se terminaba.

Los trabajadores bajaron a intentar socorrer a Sarah, yo notaba como todo me daba vueltas, estaba mareándome y la situación me superaba. Mientras yo bajaba la escalera como podía, vi como Sarah levantaba la cabeza y me decía:

-Debiste leer la carta, todo esto es imposible. No debimos empezar nada de esto, ha sido todo un error.

Sarah se levantó, parecía que el golpe no le había afectado mucho, abrió la puerta y empezó a correr. Mientras corría giró un poco la cabeza y me lanzó un beso.

Todo esto había terminado, y lo más fuerte es que había sido sin razón alguna. Por lo que vi a lo lejos estaba con un caballo esperándola. Todo parecía irreal pero era así como había pasado. Pensaba que todo esto iba a ser una broma pero pasados los 15 minutos, y todavía sin haberme movido desde aquel momento en el que Sarah me lanzó el beso.

¿Cómo le puede cambiar la vida tan rápido a una persona? Sí, mi vida parecía ser digna de una novela del mejor escritos español, pero no, esto era real, y mis sentimientos existían.

Sarah se había ido pero no era tan solo eso, se había marchado la mujer de mi vida y además con un bebé en mi vientre. ¿Esto era el final? Parecía que sí, pero yo no podía quedarme quieto, podría aceptar que Sarah me abandonase, pero lo que no podía tolerar es que me arrancasen a mi hijo de mis entrañas.

250 años después (Año 2012)

La profesora de Historia nos había pedido que hiciésemos un árbol genealógico desde hoy hasta 100 años antes de nuestro nacimiento. Y si os digo la verdad, todo me había sorprendido muchísimo.

Siempre me había parecido interesante saber quiénes son mis ancestros, incluso hace 5 meses obligué a mi madre y mi padre a hacerse la prueba de paternidad. Ellos siempre me habían dicho que yo era su hijo y que no tenía por qué dudarlo, pero siempre quedaba la duda. Afortunadamente y tal y como me esperaba, mis padres eran los biológicos.

5 meses había tardado en encontrar toda la información de mis familiares, pero toda espera valía la pena.

Mi madre me contó cuando yo tenía 7 años, que su madre, es decir, mi abuela, era española y que a los 22 años se enamoró perdidamente de un neoyorquino, sea sé, mi abuelo. Esa es la razón de que hoy esté escribiendo estas líneas.

Los hermanos de mi madre decidieron volver a España cuando terminaron la carrera universitaria, y mi madre se quedó aquí porqué al igual que mi abuela, se enamoró perdidamente de un neoyorquino.

Vivía con mi padre, mi madre, mi hermano pequeño y mi abuela en un piso en el West Village de Nueva York. Adoraba la ciudad pero quería volver a España a conocer la ciudad dónde nació mi abuela.

La familia de mi padre, yo creo que era un poco más normal. Él era hijo único, y mis abuelos habían nacido en Nueva York, su padres también y los padres de sus padres también. Mi tatarabuelo fue trabajador de la casa blanca, mayordomo creo que fue, y por lo que he podido leer fue galardonado como mejor mayordomo de la candidatura en la que él trabajó.

Volvemos a la familia de mi madre. Mi abuela era hija de una familia originaría de Salamanca y se fue a vivir a Valencia nada más tuvieron a mi abuela. Allí fue donde conoció mi abuela al que después iba a ser mi abuelo. La razón de volver a Valencia, fue porqué los padres de mis abuelos vivían aquí, pero no exactamente aquí sino en un pueblo llamado Calilla. Ellos venían de vivir en Edimburgo. Ahí fue cuando entendí que mi apellido fuese Raymond.

Desde que descubrí que mi familia era de Edimburgo le empecé a dar la tabarra a mi madre para que en las vacaciones de verano fuésemos a la ciudad a ver la maravillosas calles de Edimburgo, también quería aprovechar el viaje para descubrir un poco más de mis ancestros.

En pleno mes de Junio mi madre y yo estábamos en el aeropuert de JFK para coger un avión rumbo a Edimburgo haciendo escala en París. Mi padre y mi hermano decidieron quedarse porqué se niegan a visitar Europa.

La única escala de nuestro viaje era en París y yo le pedí a mamá si podíamos pasar una noche en la ciudad. Impresionante. Me quedé sin palabras. Andar por sus calles era toda una experiencia. Pero cuando empecé a relajarme y a era el momento de coger el tren para ir al aeropuerto.

Menos mal que el trayecto era más corto que el de New YorK-París, en 1h y 30 minutos ya estaba en Edimburgo.

Una vez ya en el hotel, nos quedaba toda la tarde por delante, y yo tenía un objetivo claro, ir al ayuntamiento y preguntar por mi abuelo: Steven Raymond. Acostumbrado a ver edificios muy altos, con su ajetreo, sus ruidos… llegar a Edimburgo era como estar en otro planeta por completo. Las casas no pasaban de los 4 pisos, no había casi ruido, y estaba lloviendo. Siempre me pareció que Edimburgo era una de las ciudad más mágicas que había en Europa, incluso superando a Londres y París.

El ayuntamiento era muy parecido a un castillo o una antigua fortaleza. Pero mi sorpresa llego en el momento en el que me decidí a entrar, cerrado hasta mañana.

Un día perdido en la búsqueda de mi familia, aunque me había propuesto no perderme ni un rincón de la ciudad. Mamá había reservado el hotel para 5 noches, así que no iba a desaprovecharlas. La tarde nos dio para recorrer el Old Town de la ciudad.

Cuando estuve buscando información sobre mi familia, siempre había visto que  habían sido personas destacadas, así que si preguntaba a alguien por su apellido me sabría decir algo. Lo hice, y el resultado fue una carta. Una señora llamada Cristhine me la dio y me dijo:

- Llevaba años esperando éste momento. Hace muchos años le entregaron a mi padre esta carta ¿Su nombre es?

- El mío es Richard Raymond, y el ancestro más antiguo que conozco es Steven Raymond ¿Sabe usted quién escribe esta carta?

- Si, la escribe el señor Richard Raymond, así que supongo que es para usted. Bienvenido a Edimburgo.

- Muchas graicas, adiós.

Mi ancestro tenía mi nombre ¿Destino o coincidencia? La biblioteca de la ciudad todavía estaba abierta, y sin pensármelo dos veces mi madre y yo entramos.

3 horas nos tiramos dentro, pero lo conseguimos, Richard Raymond era el padre del Steven Raymond, el último ancestro al que yo había llegado.

No podía esperar más, tenía que leer la carta.

“Hola querido familiar,

La vida da muchas vueltas, incluso realmente no sé si esta carta algún día llegara a las manos de la persona deseada. Desde pequeño mi madre Catalina me enseñó que tenía que luchar por lo que yo quería y si, creo que si tú ahora estás leyendo esto es porqué realmente lo he conseguido. No quiero dejar mucho contenido en esta carta, porqué tu próxima parada está en Calilla, tienes que volver a esta ciudad en la que yo me crie, y la que pase los mejores años de mi vida,

Un abrazo,

Richard Raymond”

No sabía que decir, ni que hacer, ni que contar, es decir, nada. Tenía una cosa clara, el primer vuelo que saliese a Valencia iba a cogerlo.

-Mamá, cancela la noche en el hotel, tenemos que irnos a Valencia.

Mi madre era una santa, aunque pensaba que estaba loco, me apoyaba en todo lo que ella podía.

-Vale ¿Pero qué pasa? Me da igual pasar los 5 días en Edimburgo que en Valencia-contestó mi madre.

- La próxima noticia está en Valencia.

Después de 5h esperando en el aeropuerto subimos al avión, próxima parada Valencia.

Llegamos sobre las 9:30h de la mañana y llevábamos 24h sin dormir, así que mi madre pago la noche en un hotel de la plaza del ayuntamiento.

Sobre las 14h le dije a mi madre que teníamos que levantarnos, tenía que ir al ayuntamiento, no podía esperar más. Salí del hotel que estaba justo al lado, y entré. Pregunté por Richard Raymond, y me dijeron que tenía que subir al tercer piso segundo pasillo, a la derecha y tercera puerta.

Entré en aquel despacho, y el señor me dijo lo mismo que la otra mujer, llevaba mucho tiempo esperando esta visita, y me entrego una carta muy pero que muy vieja.

-Aquí está todo lo que explica que le paso a Richard Raymond hace 250 años. Es un bien muy preciado, no lo pierdo. Eres la primera persona en saberlo.