Calles y rincones de Toledo

Por Pablet
Toledo profundo, ancestral. 
Ese que emerge colmado de misterio, apenas el visitante se aparte de los circuitos turísticos (de sobra conocidos en los medios de difusión), perdiéndose y adentrándose en este trazado de callejuelas angostas y tenebrosas que parecen luchar por romper la verticalidad, con bruscos recodos y callejones algunos sin salida indicándonos su origen musulmán, donde algunos guardan todavía el nombre de su antigua actividad artesana. 
Son vías urbanas muy estrechas donde la luz penetra con dificultad y casi siempre están desiertas, la persona curiosa que se adentre en ellas con el propósito de observar podrá percibir los continuos matices de un pasado de cortesana grandeza y profunda religiosidad.
Así lo atestigua la presencia, de distintas cruces de madera que penden de algunas fachadas, pétreos escudos blasonados, puertas de trazas renacentistas, barrocas, mudéjares otras, intercaladas por numerosas portadas de iglesias y conventos.
Todas ellas nos recuerdan que durante muchos años convivieron en la urbe toledana tres culturas diferentes supeditadas al poder estatal y eclesiástico, el cual estableció en Toledo su sede episcopal, permaneciendo aun como tal en la actualidad.
Pues bien, el viajero que inicie su andadura guiado por su curiosidad, un recorrido por las calles jalonadas por patios y zaguanes recubiertos sus muros de pintorescos azulejos de origen árabe.
Seguramente en algún momento sentirá la extraña sensación de que al mismo tiempo que él observa la calle intentando descubrir sus secretos, esta le observa asimismo con una cierta indiferencia ocasionada sin duda por un superior nivel dimensional. 
En cualquier caso tendrá la sensación que unos ojos le están prestando atención, sin poder descubrirlo nunca.
Y llegados a este punto es oportuno señalar que fue muy extendido el uso de incorporar en la construcción de fincas urbanas el conocido “ajimez” (Nombre morisco aplicado a un tipo de balcón hacia el exterior de la fachada cubierto de celosías de madera o enrejaduras, y desde el cuál se podía observar sin ser vistos).
Y es que en las grandes metrópolis, mantener el anonimato entre la multitud es bastante frecuente, pero de ningún modo en esta ciudad Imperial.
Posiblemente fuese Gustavo Adolfo Bécquer, el que más profundizara en descubrir el misterio que rezuman estos callejones así como las recoletas plazas toledanas . que con la máxima clarividencia fue describiendo en algunas de sus obras, como ” Leyendas “, con diecisiete relatos, cinco de los cuales ambientados en Toledo.
Jesús Bielsa Cabrera.Fuentes:http://retazosdetoledo.com/calles/http://angelsotomayor.blogspot.com.es/2013/10/rincones-de-toledo-v.html