Ver la lista de jugadores que defendió la camiseta albiceleste en el certamen ecuménico disputado en Ecuador sin fruncir el ceño y preguntarse ‘¿quién es este?’ es una tarea complicada. Es que muchos de las promesas juveniles no llegaron siquiera a figurar en el fútbol grande.
Los únicos consagrados de esta camada fueron Aimar, Cambiasso y Duscher. También estaban quienes hicieron dignas carreras, como Daniel Islas, Sixto Peralta, César La Paglia Fabián Cubero o Diego Trotta, quien llegó a jugar en la liga española, descendiendo con Las Palmas.
Del resto, muchos fueron olvidados y se perdieron en equipos del ascenso. Estaba Carlos Roldán –quien después de este torneo y de jugar Esperanzas de Toulón ‘99, jugó un par de años más en Lanús y Quilmes y se alejó del mundo del fútbol-. También Fernando Gatti, un delantero que jugó muchos partidos en la Primera de Gimnasia de La Plata, pero que convirtió muy pocos goles debido a su ineficacia para inflar la red rival. Siguió el camino habitual: clubes de ascenso y ligas regionales.
Luis Caserio tuvo una carrera más prolongada, pero pasó de promesa a relegado y nunca pudo debutar en Boca. Delantero que prometía ser un buen proyecto de jugador, estuvo a punto de ser dado como parte de pago a Universitario de Perú para que José “El Chino” Pereda llegue al club de La Ribera. Finalmente, fue cedido al Badajoz de Tinelli y cuando volvió quedó libre. Terminó deambulando por clubes del ascenso italiano hasta caer en ligas regionales de Argentina.
Tampoco pudo debutar en el San Lorenzo que lo vio crecer Bruno Calabria, hijo del ex árbitro, de nombre Ricardo. Sin lugar en el club de Boedo, el mediapunta se fue a probar suerte en el ascenso italiano. Estaba con la pólvora mojada y no pudo anotarse en la red, y el Locarno suizo se lo llevó. Allí cumplió un buen papel y retornó al país para jugar en Almirante Brown. Fue la mejor etapa de su carrera, que luego entró en un trampolín.
Sebastián Martino no pudo debutar nunca en Newell’s, probó suerte en Europa y retornó pronto para abocarse a la participación en una liga rosarina. Igual suerte corrió el defensor de Argentinos juniors Facundo Elfand (foto, abajo), sólo que, tras volver de Europa, fue acogido por algunos clubes del ascenso.
El caso de Leandro Ávila es curioso. Eterno habitué del banco de suplentes, nunca pudo tener continuidad y demostrar sus cualidades en el verde césped. Suplente en Independiente, Chacarita, CAI de Comodoro Rivadavia y Olimpo, terminó jugando en el Argentino A. Lo mismo le sucedió al arquero Mariano Curieses. Tras ver los partidos del lado de afuera en Boca, Los Andes, Sarmiento, Tristán Suárez y San Telmo, recién pudo calzarse los guantes con asiduidad en Comunicaciones.
Por último, Alfredo Torres. Tras descender con Huracán, el club que lo vio nacer, el lateral-volante, se fue al Coopsol de la Segunda de Perú para volver a experimentar lo que es un descenso. Asimiló los duros golpes y volvió a Argentina para compartir vestuario con Medina Bello en Dock Sud, iniciando su derrotero por el ascenso vernáculo.