Difícilmente el ingeniero Rolando Aguilera Pareja podría haberse imaginado que aquel 1º de mayo de 1978, cuando fundó la Academia “Tahuichi” Aguilera, una institución sociodeportiva para la práctica de fútbol, estaba dando el puntapié inicial para quedar en la historia grande del deporte boliviano.
El ingeniero había fundado la institución con el propósito central de enseñarles a sus hijos Roly y Erwin los fundamentos del fútbol. Un brasilero apodado “Dedé” les enseñó los conceptos básicos y el DT Eduardo “Zorro” Rivero eligió a los 18 mejores para llevarlos a Perú a participar del torneo Sub 16.
Las vitrinas de la Federación Boliviana de Fútbol contaban, hasta ese momento, con un solo título: la Copa América 1963, ganada en condición de local. Nunca un representativo del país había festejado fuera de casa.
Hijo del dueño de la Academia, Edwin Aguilera no sólo viajó a Perú, sino que, además, fue el capitán del equipo, que contaba entre sus filas con un zurdo que daba que hablar: Marco Antonio Etcheverry.
Las victorias 2-0 ante Paraguay y 1-0 contra Uruguay dejaron a La Verde clasificada a la fase final. Ni la caída 1 a 0 frente a Colombia pudo impedir que los bolivianos ganaran el grupo con 5 unidades. Segunda quedó la selección albiceleste –con una victoria y tres empates- y Uruguay, con igual cantidad de puntos que ambos, quedó afuera por diferencia de gol.
Así, la definición del título quedó entre Bolivia, Argentina, Brasil y Ecuador. Se medían todos contra todos y el que más puntos sacaba era campeón. El empate en 1 con Brasil dejaba las ilusiones abiertas. Y ni hablar la posterior victoria 1 a 0 ante Argentina.
Como Brasil había empatado con Ecuador, un triunfo ante los ecuatorianos les permitía a los bolivianos festejar por primera vez fuera de casa. No fue así, pero el 2 a 2 alcanzó para que Etcheverry y compañía se queden con el campeonato.
Marco Antonio Etcheverry fue elegido el mejor jugador del certamen, además de ganar el premio por ser el goleador. El zurdo recibió de manos del presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Nicolás Leoz, el trofeo de máximo artillero y el trofeo al juego limpio, mientras que el de campeones fue recibido por el capitán Erwin Aguilera.
Del grupo final de cuatro equipos, Argentina fue el único seleccionado que no logró el pasaje al Mundial de Canadá 1987. Bolivia quedó afuera en la primera rueda, tras perder dos partidos e igualar uno.
Unos años después, dos jugadores de este plantel –Marco Etcheverry y Luis Cristaldo- jugaban el Mundial USA 1994. Por primera vez La Verde se clasificó a una competición mundial mayor y estos dos hijos pródigos de la Academia Tahuichi fueron acompañados por otros 5 jugadores surgidos de la institución: Erwin Sánchez, Juan Manuel Peña, Álvaro Peña, Jaime Moreno y Mauricio Ramos.
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